“Hacer periodismo de investigación en Latinoamérica y en otros lados del mundo tiene dos partes:” dije en una entrevista con Paola Nalvarte, que publicó el Knight Center for Journalism in the Americas a comienzos de abril pasado, “la primera parte es … la investigación en sí misma, con todos sus grandes desafíos y la segunda parte, de la que no se habla mucho, es la defensa de la investigación, y esa es casi tan compleja o a veces más que la investigación misma”.
Pensé al decirlo en casos llevados a cabo por admirables colegas en el mundo entero. Pero pensé, como era inevitable entonces y lo es ahora, en el propio caso de IDL-Reporteros. Iniciamos la investigación sobre el caso Lava Jato en 2015 cuando no era más que una vaga referencia de lo que estaba sucediendo en Brasil. Comprendimos desde el inicio que era potencialmente el caso de corrupción público-privada más importante en América Latina, y ciertamente en el Perú.
Lo desarrollamos desde entonces y lo llevamos desde los primeros hallazgos hasta el punto actual de desenlace (en lo que concierne al caso Odebrecht). A la vez, en julio del año pasado publicamos la primera de lo que finalmente fueron alrededor de treinta entregas del caso Lava Juez (o CNM Audios, o Cuellos Blancos del Puerto). La investigación remeció al país y llevó, por el poder de sus revelaciones, a cambios importantes en el sistema judicial y en el balance de fuerzas políticas en la nación.
Se nos atacó desde el inicio de la investigación Lava Juez. Enfrentamos la incursión de un fiscal en diligencia trucha, las conminaciones de una comisión del Congreso y un fiscal supremo para que entreguemos la información y delatemos nuestras fuentes. Fracasaron, por supuesto.
A ellos se unieron los ataques de la lumpentrolería y los de políticos de todo jaez vinculados con la corrupción, la derecha bruta y achorada, o ambas cosas. Fracasaron también.
La ofensiva contra IDL-Reporteros se hizo mucho más intensa y personal conforme avanzamos en la parte final de las investigaciones del caso Odebrecht. La estridencia y la mentira intercambiaron la primera y la segunda voz un día sí y el otro también.
Por momentos ese fue un escenario interesante de estudio. La verdad de los hechos extraídos trabajosamente de sus camuflajes y escondites mediante el periodismo de investigación, enfrentaba las más desfachatadas mentiras de los desinformadores, presentadas, con todo cinismo, como si fueran verdades. Y repetidas una y otra y otra vez como un mantra tóxico, para que el mismo efecto de la repetición lograra asentar como posiblemente real por lo menos una parte de eso.
El suicidio de Alan García desencadenó un frenesí agresivo, desde inculpaciones a IDL-R y a mí hasta incitaciones al asesinato. Ello después de que IDL-R hubiera dado a conocer que el sector de operaciones estructuradas de Odebrecht había pagado más de 4 millones de dólares en sobornos a Luis Nava, parte del cual se depositó en una cuenta de Miguel Atala en Andorra.
Y pocos días después, la confesión de Atala, de que el dueño real del dinero no había sido Nava sino Alan García y que él se lo había entregado en plazos que terminaron en 2018, le dio un giro definitivo al caso.
Pero los ataques de los troles y otros desinformadores no solo no cesaron sino se incrementaron. Cuando, cercada por la evidencia, Susana Villarán confesó haber recibido millones de dólares en aportes ilegales de Odebrecht y OAS, a ninguno de los que sobrenadan el desagüe trolero se le ocurrió reconocer el notable avance logrado por el Equipo Especial, que hizo inevitable la confesión de Villarán. Nada de eso. Trataron de endilgar como fuera, alguna de las culpas de Villarán al Instituto de Defensa Legal y todavía más, ¡cómo no!, a IDL-Reporteros.
Un mensaje del hampa digital sostuvo con forzada estridencia que Susana Villarán había sido ‘fundadora’ de IDL-Reporteros. El pequeño detalle de que Villarán se fue definitivamente de IDL en 2007 y que IDL-R fue fundado a fines de 2009 y publicó su primera nota en febrero de 2010, casi tres años después de la salida de Villarán, no fue, por supuesto, tomado en cuenta. Si las mentiras derogan la verdad, ¿cómo no van a poder derogar el tiempo?
Buscando a como diera lugar encontrar algo, por pequeño que fuera, que dañe, o desacredite a IDL-Reporteros, los portavoces del encubrimiento y la corrupción, encontraron un sorpresivo aliado. César Romero, periodista de La República.
Luego de una serie de tuits tan indirectos que alguno podría considerarlos crípticos y hasta aforísticos (como leer a Nietzche después de una lobotomía), Romero logró que sus insinuaciones lo convirtieran en la estrella del hampa trolera y de la Derecha Bruta y Achorada.
Aquí va la serie, que arrancó este 5 de mayo:
Luego de borrar los tuits que, según Romero, habían asustado a todo el mundo, su nueva aliada, Karla Calle los rescató y ordenó en episodios. Pero no le puso título a los aforismos. ¿No pensó en algo como “Así habló Cacatustra”?
Otros personajes y publicaciones del prontuario local, o postulantes calificados para entrar en él, como Erasmo Reyna, Gato Encerrado, Juan Sheput y Javier Villa Stein, retuitearon con entusiasmo a su inesperado adalid. Aldo Mariátegui quedó tan contento de poder aplaudirse a sí mismo que hasta utilizó la palabra ‘caviarazo’ como un piropo. Romero, escribió Mariátegui: “caviarazo y competente […] vapulea al IDL, el MP y a muchos. Se entiende de estos mensajes que Romero denuncia un uso… dirigido y manipulado – de la lucha anticorrupción. ¡Romero me dio la razón!”.
Una columna perpetrada semanalmente en un diario local, levantó así al “experimentado periodista César Romero” por haber escrito: “La información convertida en una simple moneda. Han superado a Vladimiro Montesinos” Y también por: “A mí me confunde que personas con las que compartí luchas e ideas [los antifujimoristas], hoy promuevan, apoyen, respalden, celebren, premien el veto a sus competidores. Son negocios, supongo. Soy periodista y eso no es prensa libre ni heroísmo”.
La misma columna prosiguió con las citas seleccionadas: “ Y luego, Romero señala a los responsables: ‘Periodistas que ante la ausencia de políticos actúan e influyen políticamente. […] Se crean superhéroes pero ni un solo líder […] solo una ONG monetiza la lucha anticorrupción’. No es necesario señalarla con nombre propio. Todos saben cuál es”.
Me imagino que tampoco es necesario identificar al autor de esa columna. Todos saben quién es y el apodo que lo acompaña a través de los años es su mejor retrato.
Actuales aliados de ese columnista, como el panfleto Primicias News festejaron así a Romero:
Y lo ilustraron con este tuit:
Poco después, Villa Stein hizo suyo el tema de “organización criminal” con el que calificó a IDL y que luego ratificó.
Aunque creo que la secuencia y sus efectos describen bien tanto al personaje como a los sinvergüenzas que hoy lo ensalzan como “valiente”, me parece que vale la pena hacer unos pocos comentarios.
Primero, que por lo menos en cuanto a IDL-R, sus tuits no generaron miedo alguno, sino repugnancia. Un periodista mediocre a quien, pese al auxilio de algunos colegas, no le fue bien en su cobertura en Brasil vuelca, a partir de su frustración, un cubo de inmundicias que terminan por caerle a él.
Claro que con lo de monetizar se refería a IDL. Romero trabaja para una empresa con fines de lucro que monetiza y billetiza por lo menos a través de una beneficiosa participación accionaria. IDL es una organización sin fines de lucro. Sus ingresos, supervisados y auditados hasta el centavo, sirven para cosas tales como para la defensa legal gratuita de periodistas injustamente querellados. Y no se les cobra un centavo pese a que más de uno viene de empresas que podrían pagar los caros abogados que sus dueños usan para sí mismos. De hecho, cuando Romero publicaba sus tuits, llegaba a IDL un periodista de su propia empresa (ese sí muy respetable) para coordinar su defensa legal en un caso difícil sin costo alguno.
De igual manera, el perpetrador de la columna semanal fue también defendido gratuitamente por IDL cuando conservaba todavía algún prestigio que defender. Y esa misma persona ‘trabajó’, es un decir, en IDL en paralelo a Susana Villarán. ¿Miembros de la misma organización, según el criterio de Villa Stein?
IDL-Reporteros, que comparte administración con IDL pero es totalmente autónoma como organización, tiene, en razón de su trabajo, reglas estrictas en cuanto a los fondos que acepta y los que no. Ni recibe ni recibirá fondos de gobiernos o entidades afiliadas a ellos; ni tampoco de corporaciones, compañías, bancos ni de cualquier institución a la que eventualmente pueda tener que investigar. Solo recibe fondos por los que compite, de fundaciones dedicadas a la prensa libre y al periodismo de investigación o que tengan programas para apoyarlos. Rinde cuenta minuciosa de sus gastos ante los donantes, pero no rinde cuenta alguna sobre su cobertura ni acepta fondos que la liguen a temas específicos.
El presupuesto anual de IDL-Reporteros solo permite mantener una redacción muy pequeña, totalmente predicada en la calidad. Los sueldos de sus cargos más altos son algo menos de un tercio de lo que pagaría un medio comercial de cierto éxito. Pero esas desventajas se compensan plenamente por una razón: Ni hay ni habrá otra exigencia en el trabajo periodístico de IDL-R que no sea la calidad, la intolerancia al error y la expectativa de investigaciones importantes en bien de la sociedad.
¿Le hace bien a la sociedad sacar a luz la gran corrupción? A los corruptos, no. A todos los demás, claro que sí.
Y en cuanto a la información que IDL-R ha logrado y logra en la investigación Lava Jato, que otros no han conseguido. ¿Es por tener, como afirma antes que insinúa Romero, un canal directo con la fiscalía? ¿Es por haber convertido ‘la información en una simple moneda’ y haber ‘superado a Montesinos?’
Podemos hablar, con mucho gusto, sobre Montesinos y sobre quiénes lo visitaron en el SIN. Podemos. Podemos hablar también sobre mermeladas en la cobertura del PJ. Podemos. Lo que no tenemos en dinero, lo tenemos, por fortuna, en información.
Fui el primero en investigar a Montesinos, publicar sobre él y seguí haciéndolo durante sus años de mayor poder. Regresé al Perú para lograr su caída, cosa que ocurrió. Alerté de su retorno secreto al Perú desde Panamá cuando acababa de despegar del aeropuerto de Albrook. He hecho todo lo posible para que nuestra democracia (plagada de defectos pero democracia al fin), no vuelva a ser amenazada ni por él ni por sus cómplices. Ahora que sus antaño sirvientes y hueleflatos, intentan asestar el apellido de su ex patrón como un recurso más de desinformación, concluyo que hay que ser cómplice de ellos, o idiota, o ambas cosas, para entrar en el sucio patetismo de ese juego.
¿Y la información exclusiva de IDL-R señala una dependencia de la fiscalía o de algún equipo dentro de ella? ¿Decir eso no muestra un serio problema cognitivo? IDL-R publicó notas sobre el caso Lava Jato desde 2015, cuando la fiscalía ni siquiera sabía de qué trataba el tema. Luego, después que se armara el primer equipo especial, IDL-R continuó aportando primicia tras primicia sobre el caso, sin intervención alguna de la fiscalía y aún pese a su oposición. Solo cuando, el entonces fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, nombró al actual Equipo Especial (quizá lo único bueno que hizo y que luego intentó fallidamente deshacer), la Fiscalía logró avanzar con la rapidez y los éxitos investigativos que en muy poco tiempo logró. Admiramos sus logros pero no dejamos de investigar por nuestra cuenta.
Al final, las únicas preguntas que cuentan son: ¿Ha valido la pena investigar la corrupción del caso Odebrecht o no? ¿Valdrá la pena investigar lo que resta de Lava Jato y el club de la construcción o no? Dado el poder y las fortunas de los investigados ¿había que hacerlo con decisión o no? A la luz de los resultados obtenidos hasta hoy ¿ha sido un buen trabajo o no? ¿Conveniente para el Perú o no?
Y además, ¿es necesaria una lucha a largo plazo contra la corrupción de alto nivel (y también en el medio) o hay que pararla ya para bajar los niveles de intranquilidad y angustia, como muchos quieren y alguno proclama? ¿Bajo qué condiciones la lucha anticorrupción es beneficiosa y bajo cuáles puede resultar dañina?
Ese es tema de otra nota. En la que espero no sea necesario aclarar a cretinos.