En la notable secuencia de vídeos que IDL-Reporteros difundió ayer, se documentó hasta con medición de tiempo la forma que operan los narcovuelos en el VRAE, con dos aterrizajes sucesivos, en cinco minutos, de avionetas en un mismo islote del río Apurímac antes que los policías emboscados inicien el ataque al segundo embarque desde sus apostaderos de tiro.
El ataque a la narcoavioneta empezó cuando los cargadores corrían para embarcar la droga, a las 6:43 de la mañana.
En el último vídeo, el quinto, publicado ayer, el tiroteo unilateral arrecia, luego de un minuto en blanco. No hay nadie, excepto carga abandonada, al pie de la avioneta. Solo se escuchan los disparos y algunos gritos de los policías, especialmente el de: “¡Al agua, al agua!”.
El sexto vídeo empieza a las 6:51 de la mañana, cinco minutos después de terminar el vídeo anterior. El camarógrafo filma ahora a lo lejos y se ve un bote a motor que navega en un curso estrecho de agua entre dos islotes, para rescatar a un narco varado en la playa, mientras todavía suenan, pero espaciados, los disparos. Los policías no han podido detener a nadie, porque están al otro lado del río, sin posibilidad de cruzarlo, pero han impedido el despegue de la avioneta y han forzado a los cargadores a desprenderse de la droga.
El séptimo vídeo empieza a las 8:12 de la mañana, una hora y 20 minutos después del fin del anterior. Los narcos ya han escapado en el bote a motor y los policías han bajado a la playa. El camarógrafo explica lo que ve, que no pueden cruzar el río por su caudal y remolinos, y, sobre todo, que ya llevan esperando más de una hora sin que hayan llegado los refuerzos policiales o militares. Eso indica tanto la falta de coordinación (explicable, si se quería mantener el secreto del operativo para evitar fugas de información) como la lenta reacción policial y militar; o la pobre comunicación por radio y teléfono satelital; o quizá ambas cosas.
El octavo vídeo empieza a las 8:49 minutos de la mañana, más de dos horas después del inicio de la emboscada, cuando el camarógrafo anuncia el sonido de la llegada del helicóptero mientras empiezan a escucharse disparos.
Desde la orilla opuesta cruza un bote zodiac con militares mientras el helicóptero que llega en ese momento les hace “sombrilla” y arrecian los disparos. El camarógrafo dice que los están “hostigando” con “una ametralladora MAG”. De hecho, se ve cómo salta el agua donde caen los proyectiles. Un caso de pasmosa descoordinación y de ‘fuego amigo’, que pudo haber tenido una trágica cosecha de bajas. El camarógrafo habla de ‘enfrentamiento”, pero los disparos parecen ser unilaterales, para proteger al contingente del zodiac, que llega, desembarca unos pocos efectivos, mientras el piloto del bote busca guarecer la embarcación.
El noveno vídeo empieza casi donde terminó el anterior, a las 8:54 de la mañana. Se ve a un efectivo que llegó en el zodiac examinando la avioneta. El helicóptero toma altura y los policías ya más relajados, se ríen y llaman a los soldados (y especialmente al piloto del zodiac), por la más básica forma de telecomunicación: gritos y silbidos. Suenan unos disparos y los policías gritan que no disparen, junto con por lo menos una referencia a las progenitoras de quienes están al frente. En ese herradero de total incomunicación operativa, se escuchan varios disparos más y el camarógrafo habla de “una verdadera guerra”.
En el décimo vídeo el peligro ya ha pasado, son más de las 9 de la mañana y los policías ya han sido llevados a la isla. Junto con los militares, cargan la droga abandonada por los narcos y la juntan al pie de la avioneta. Son paquetes compactos y uniformemente empacados de droga.
El undécimo y último vídeo, que empieza a las 9:09 de la mañana y dura poco más de 20 segundos, permite ver de cerca la capturada avioneta CP-2776, que a primera vista parece intacta y rescatable, pero que fue dinamitada pocas horas después. Fuentes policiales indicaron que los disparos de la emboscada la habían dañado seriamente y dejado inoperativa.
Este notable documental, filmado en plena operación, permite ver de un solo golpe algunas de las mayores virtudes y los más acusados defectos en la lucha contra el veloz crecimiento de los narcovuelos.
El aprovechamiento operativo de la inteligencia, el difícil acercamiento indetectado, a través de territorio vigilado por los narcos, para asistir a la sorprendente coordinación logística de cómo abastecer de droga dos narcovuelos juntos, antes de iniciar la emboscada, son el punto favorable: cómo hacer una guerrilla contra el narco cuando falta todo lo que un Estado debiera tener –pero que éste no tiene– para controlar su espacio aéreo.
La lentitud en la reacción y el largo incidente del fuego amigo, en el que fallan las comunicaciones y no queda a los policías ningún otro método de comunicación que silbar y gritar para no ser confundidos con el enemigo, representa un grueso descuido en la coordinación de operaciones, una incompetencia que pudo haber tenido resultados trágicos.