La situación se está poniendo fea. Hay una contraofensiva creciente de personajes y grupos investigados por corrupción. Quien la coordina, de acuerdo con las abundantes huellas que deja, es Alan García.
Sus razones son evidentes. Se acerca el momento de las confesiones probablemente decisivas del ex jefe de Odebrecht en el Perú, Jorge Barata. Esas confesiones podrían comprometer al expresidente, que proclama una tranquilidad que desmienten sus acciones.
Hay evidencias relativamente recientes que comprometen a García, llevaron a un juez a decretarle impedimento de salida del país y a él a huir a la residencia de la embajada de Uruguay en busca de un asilo que le fue negado por ese país. Obligado a quedarse en el Perú y aguardar las jornadas confesionales de Jorge Barata, García ha intentado e intenta sabotear la investigación de su caso.
Las acciones políticas eran de esperar. Tratar de derrumbar el acuerdo con Odebrecht, supuestamente por la conveniencia del país pero en realidad para evitar las confesiones y demoler el valor de las pruebas.
Luego arrancó el ataque a la investigación periodística del caso, especialmente a IDL-Reporteros y a mí. Cuando perdió el control y recibió la respuesta que merecía, delegó los ataques en un grupo lumpenesco de troles, que esparcieron la halitosis de sus desinformaciones y calumnias, cada cual más falsa y falaz que la anterior, pero repetidas bajo la premisa de todo desinformador, incluso los más infectos, que la repetición crea una apariencia de verosimilitud.
El fin de semana pasado, cuando IDL-R anunció una emisión en Facebook Live para precisar el estado de la cuestión de García, hubo un ataque de troles que llevaron a Facebook a cortar la emisión. Luego de que lográramos hacer el programa en un segundo intento, otro ataque hizo que Facebook retirara el vídeo el sábado por la mañana.
Nuestra rápida acción internacional llevó a Facebook a retroceder y subir a la red nuestros programas. Tomaremos ahora las medidas para que una situación como esa no vuelva a ocurrir.
Pero la ofensiva siguió. El lunes 18 por la mañana el fiscal del Equipo Especial, José Domingo Pérez Gómez, fue golpeado por matones fujimoristas ante la boquiabierta inacción de sus escoltas. Lo golpearon con una botella, pero pudo ser peor. Previamente, la hasta ahora callada Keiko Fujimori se negó a hablar con el fiscal e hizo emitir en twitter mensajes desafiantes contra el fiscal Pérez Gómez.
El mismo lunes por la tarde los fujimoristas convocaron a lo que llaman un plantón el martes 19 por la mañana frente a IDL, pero que está planeado como un hostigamiento que llegará hasta donde pueda. El volante digital sostiene que “Llegó el momento” de ir a por sus objetivos.
Espero, estoy seguro, que la respuesta de IDL-Reporteros será la que tengan también las fuerzas democráticas del Perú. La matonería será respondida con toda decisión. Si algo aprendimos en la lucha por conquistar la democracia el año dos mil es que el primer paso era la conquista de las calles y las plazas. Las tomamos y nunca las cedimos. Menos ocurrirá eso ahora, cuando la lucha de una sociedad movilizada junto a sus mejores fiscales y jueces (y, bueno, periodistas también) permitió quebrar círculos poderosos de corrupción y avanzar decisivamente en los casos Lava Juez y Lava Jato, con resultados nunca antes alcanzados en la importancia y dimensión de la corrupción descubierta.
Gracias a ese avance estamos ahora en una etapa crucial. Podemos avizorar resultados estratégicos que terminen con poderosas oligarquías cleptócratas y nos lleven a un mejor país. Pero para lograrlo hay que tener ahora la determinación y el coraje de defender ese proceso que permitirá fortalecer decisivamente la calidad y permanencia de nuestra democracia.
Y ello solo se logrará con la movilización social y la disposición a enfrentar y dominar amenazas, matonerías o ataques. Recordemos que el mayor partido en el Perú es el de los demócratas. Cada vez que ha sido necesario defender la democracia de sus enemigos hemos salido a las calles, hemos llegado a las urnas y hemos prevalecido invariablemente, aún en circunstancias que a otros parecían imposibles.
No buscamos la confrontación, pero si nos atacan nos defenderemos con denuedo. Y si nos acosan, responderemos con la fuerza necesaria. Si el precio de la libertad es la eterna vigilancia, estas semanas nos deben encontrar particularmente despiertos y decididos. Las fuerzas democráticas deben movilizarse, hacer sentir su fuerza y su voz y asegurarse que los grupos oscuros que pugnan por lograr la impunidad sean convincentemente derrotados.