El prestigioso Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), cuya misión es defender la seguridad de los periodistas, sacó un comunicado a través del twitter sobre los ataques y acciones hostiles perpetrados contra IDL-Reporteros.
Luego de informar que:

El CPJ indicó que:

Y compartió a la vez el informe de IDL- Reporteros que reveló con gran precisión gráfica la intrusión con fractura a las oficinas de esta publicación. El CPJ exhortó a la vez a las autoridades a investigar el incidente e identificar a los responsables.
Como ya informó IDL-R, las autoridades policiales y fiscales no han logrado avance alguno ni en la investigación sobre la intrusión al local de este medio –con todas las características de una operativo de robo agravado, no por abortado menos grave–; ni tampoco en el robo, este sí consumado, del que fue víctima la fiscal del Equipo Especial Paulina Roque. Ciertamente no por falta de capacidad ni medios, sino de decisión.
De hecho todo lo que se conoce hasta ahora en los casos de intrusión en IDL-R y robo de la fiscal Roque, es resultado de la investigación llevada a cabo por esta publicación.
La pasividad de las autoridades, que roza la connivencia, ha sido ya identificada por las organizaciones de defensa de la libertad de prensa y de los periodistas, como parte de los peligros que el periodismo libre enfrenta ahora.
El pronunciamiento del CPJ se suma a lo expresado por otras prestigiosas organizaciones internacionales como Reporteros Sin Fronteras; y, en el Perú, por el principal gremio periodístico: la Asociación Nacional de Periodistas (ANP) y el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).
Ataques contra libros y librerías
Pese a ello, en el ambiente actual de desgobierno y confrontación entre fuerzas antidemocráticas de un lado y otro del espectro, la escoria fascista continuó con sus cada vez más agresivos hostigamientos, concentrándose nuevamente en uno de sus blancos favoritos.
Las librerías.
Tal cual. La Pestilencia ha perpetrado hostigamientos por lo menos dos veces contra la librería Crisol. También lo ha hecho contra la librería Primera Parada, en Barranco; contra actuaciones en diversas Ferias del Libro (en una de las cuales, el escritor Mario Vargas Llosa, acosado por la infame cropolalia de alias Maelo, sintió que una agresión física era inminente). A ello se sumaron otros ataques de la ultraderecha con el mismo objetivo, como el intento de boicot a la librería Book Vivant, propiciado, entre otros, por el notorio personaje que pueden ver aquí:

A fines de la semana pasada le tocó el turno a la librería El Virrey.
El jueves 28 de abril, en la presentación del libro “Populistas”, del politólogo Carlos Meléndez, que iba a realizarse en El Virrey, “La Pestilencia” se congregó frente al local, para denostar la participación de uno de los comentaristas programados: Vladimir Cerrón.
Los editores habían armado un panel diverso donde las opiniones no solo iban a ser diferentes sino probablemente polémicas. Este fue el panel anunciado:

Es obvio que a La Pestilencia (la banda que se autodenomina “La Resistencia” y sus grupos satélites) no le interesaba ninguna discusión racional sino solo un estridente y agresivo hostigamiento. Cerrón no se presentó, pero eso no canceló el acoso, que incluyó también una gritería en contra de “El Virrey” por “acoger a terroristas”.
A falta de neuronas, al grupo de hostigamiento le sobraron megáfonos. Cuando los panelistas y los visitantes a la librería salieron del local, fueron acosados con gritos e insultos, el más suave de los cuales fue el de “terroristas”.
Dos de los más atacados fueron el editor Jerónimo Pimentel y el director de IPYS Ricardo Uceda, a quien no solo insultaron procazmente sino le arrojaron tomates.
Insultar como “terroristas” a quienes participaban en la presentación de un libro – entre los cuales una ex-congresista fujimorista– suena desquiciado, pero en la lógica enferma del fascismo, no lo es.
Es el asalto a la razón y su reemplazo por el eslógan estridente y matonesco. Entre los cuales el que mejor los expresa es la frase del dramaturgo nazi Hanns Johst, que terminó siendo atribuida sobre todo a Goebbels: “Cuando escucho la palabra cultura, echo mano a mi pistola”.
Cuando se ataca el debate libre y las librerías se convierten en escenarios de acoso y violencia impunes, emerge la certeza de que estamos en una sociedad enferma donde la existencia misma de la democracia se encuentra bajo amenaza y donde podemos estar seguros que entre los virus que la infectan ninguno más peligroso que el fascismo.