-Actualización al miércoles 21 de diciembre
El fallido autogolpe de Castillo, la semana pasada, ocultó y finalmente cambió el desenlace de un evento de particular importancia institucional.
El cambio del comandante general del Ejército.
En las dos crónicas que IDL-R publicó, el jueves 8 y el sábado 10, sobre el autogolpe fracasado, mencionó el extraño caso de la renuncia del general EP Walter Córdova a la Comandancia General del Ejército: describió cuánto se avanzó en el trámite de la misma el miércoles 7, día del golpe, y cómo ese trámite se perdió luego, sumergido en las turbulencias burocráticas y sociales que desencadenó el autogolpe de Castillo.
Otros medios, en particular La República, reportaron luego también sobre el tema y revelaron aspectos desconocidos.
En medio de ello, el caso se encaletó en un limbo institucional, desde donde se escucha lo que se describe mejor como un estentóreo silencio.
Es que la transmisión interrupta de la comandancia general no es un asunto menor. En absoluto.
Especialmente en este tiempo.
Como no hay mejor contrapeso a rumores e infundios que el relato de la verdad de los hechos, a continuación, IDL-R revela en detalle la historia del caso de la renuncia que se esfumó.
La recomendación que no se podía rehusar
Gustavo Bobbio asumió el cargo de ministro de Defensa este 6 de diciembre. Hasta entonces, el general retirado del arma de ingeniería del Ejército había sido jefe del gabinete de asesores de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI).
Poco después de tomar posesión del cargo de ministro, Bobbio recibió la obligada visita del jefe del Comando Conjunto y de los tres comandantes generales de las Fuerzas Armadas (FF.AA.). En la conversación, los jefes militares ofrecieron hacer una exposición a Bobbio sobre la situación operativa global de las FF.AA. y de cada uno de sus institutos.
Como se trataba de hacerlo cuanto antes, alguien propuso, y todos concordaron, que fuera el día miércoles 7 de diciembre.
Había un problema. Ese era el día en el que se iba a debatir la moción de vacancia presidencial en el Congreso. ¿La solución? Se convocó la reunión para las 6 de la mañana del miércoles 7.
El mismo martes 6, Bobbio tuvo una reunión personal con el general Walter Córdova, el comandante general del Ejército. El nuevo ministro ‘recomendó’ (eufemismo por ‘pidió´) a Córdova renunciar al cargo.
Córdova le respondió, según fuentes con conocimiento de causa, “que lo iba a pensar”.
Ya llevaba un tiempo pensando el tema, porque no era la primera ‘recomendación’ de renuncia que le había llegado.
Según las fuentes, los pedidos, directos e indirectos, a Córdova para que renuncie, duraban más de un mes. En una ocasión, dice una fuente, “se lo piden en Palacio”, sin precisar quién lo hizo. Córdova, de acuerdo con la misma información, “pidió tiempo, amarró la decisión”.
Por eso, la ‘recomendación’ de Bobbio no fue, quizá, una sorpresa para Córdova.
¿Por qué ‘recomendación’? Porque las nuevas leyes protegen a los comandantes generales de una destitución directa por el Ejecutivo durante su período previsto de mando.
En las horas siguientes, el comandante general del EP consultó su dilema con, por lo menos, dos personas. El resultado de esas conversaciones fue, parece, que Córdova decidió renunciar, pero pidió una entrevista personal con el presidente Castillo.
El mismo martes 6, Córdova redactó su renuncia.
A las seis de la mañana del miércoles 7, el jefe del Comando Conjunto y los tres comandantes generales de las Fuerzas Armadas fueron recibidos en el Ministerio de Defensa por Bobbio, acompañado, por lo menos, por uno de sus viceministros.
La primera exposición fue hecha por el jefe del Comando Conjunto, el general EP Manuel Gómez de la Torre, sobre el estado de operatividad de las FF.AA. Luego, cerca de las 7 de la mañana, el comandante general de la Marina, almirante AP Alberto Alcalá, inició la suya.
A poco de empezar Alcalá, sonó el teléfono del ministro Bobbio. Lo llamaban de Palacio.
Bobbio dispuso que la reunión prosiga con su viceministro, pero antes de salir pidió a Córdova que lo acompañe. Ambos, el ministro y el comandante general del EP, salieron a Palacio a las 7 de la mañana.
A la 7:30 a.m., Bobbio y Córdova fueron recibidos por Castillo. En la corta reunión, de apenas 10 minutos, Córdova presentó su renuncia al presidente. Este la aceptó.
Terminada la audiencia, Bobbio y Córdova retornaron al ministerio de Defensa. Ahí, Bobbio firmó el cargo de la renuncia, con la fecha y hora precisas.
Córdova se fue del ministerio, mientras Bobbio preparaba las resoluciones de aceptación de la renuncia y nombramiento del sucesor en la Comandancia General del Ejército.
Hubo prontas repercusiones, sin embargo. A las 9:17 a.m., Frida Ayala, esposa del general Córdova, publicó un tuit:
“Tú eres un soldado de la patria, no permitas presión de ningún indeseable, menos hoy”.
El “menos hoy” presionó botones de alerta.
A las 9:59 a.m., Augusto Álvarez Rodrich escribió el siguiente mensaje, por twitter.
“Importante y urgente. Esposa del comandante general del ejército denuncia presión para que renuncie su esposo y sea reemplazado por oficial que haría acciones indebidas e inconstitucionales desde la FFAA a favor de la presidencia de Castillo”.
En conversación con IDL-R, para esta nota, Álvarez Rodrich declaró que escribió el tuit con base en la información de una fuente, pero que luego recibió datos e información de otras que cambiaron su perspectiva del tema.
Poco antes de la publicación de ese tuit, cerca de las 9:45 a.m, el ministro Bobbio llamó al jefe de Estado Mayor del Ejército, general EP David Ojeda, y le pidió que fuera a su despacho, en el piso 12 del Ministerio de Defensa.
Ojeda, segundo en la jerarquía del Ejército, llamó antes de salir a su comandante general, Walter Córdova, le informó que había sido convocado y le preguntó qué necesitaba. ¿Alguna información sobre qué profundizar en la exposición al ministro? Córdova solo le respondió que fuera al Mindef, ya que lo habían convocado.
Unos cuarenta minutos después, Ojeda llegó al despacho de Bobbio. Lo encontró en la puerta, alistando documentos.
Bobbio lo hizo pasar, le comunicó que Córdova había presentado su renuncia y que lo iba a nombrar a él, Ojeda, como nuevo comandante general del Ejército.
Ojeda agradeció el nombramiento y dijo que iba a hacer todo lo posible por cumplir bien la responsabilidad encomendada.
Bobbio dijo entonces que iba a Palacio a firmar, con el presidente Castillo, la resolución. Que lo esperara en su oficina. Lo dejó en compañía del general en retiro Carlos Romero, del arma de ingeniería, como Bobbio, pero también comando de fuerzas especiales, como Ojeda, quien, como joven oficial, combatió en el Cenepa y fue condecorado por su valor y arrojo.
Ojeda es considerado por sus antiguos superiores como un oficial capaz y responsable que, en las palabras de uno de ellos, “creció con cada grado y se ganó mi confianza sin reservas” .
Los dos oficiales conversaron por un rato, hasta que ingresó a la oficina una secretaria del despacho ministerial y les pidió, con un sentido de urgencia en la voz, prender la televisión. Ahí vieron a Pedro Castillo proclamando el autogolpe.
Las redes empezaron a hervir. La renuncia de Córdova se convertía de súbito en un contrapunto menor, plagado de incertidumbres, frente al drama mayor.
Ojeda dijo que debía retornar de inmediato a su puesto. Romero se lo comunicó a Bobbio por celular. Este asintió.
Estaba saliendo, cuando timbró el celular de Ojeda. Lo llamaba el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA), general EP Manuel Gómez de la Torre.
El jefe del CCFFAA no perdió el tiempo y le preguntó a Ojeda cuál era su reacción ante el autogolpe de Castillo. “¡No estoy de acuerdo!”, repuso este.
“¡No podemos permitir que se rompa el orden constitucional!”, remachó Gómez de la Torre.
Ojeda le aseguró un resuelto apoyo.
Gómez de la Torre había tratado de ubicar a Córdova, sin conseguirlo. Por eso, llamó inmediatamente después a Ojeda.
Sabiendo los pasos en la sucesión a la comandancia general del Ejército, Gómez de la Torre conocía que mientras no se publicara la resolución, Córdova seguía siendo el comandante general. Pero al no encontrarlo, contactó a Ojeda y le encargó la responsabilidad del mando y el control de los efectivos del Ejército.
Terminaba Ojeda de estacionar en el Pentagonito cuando entró otra llamada de Bobbio. El todavía ministro le ordenó regresar y presentarse en la oficina de este en el Ministerio de Defensa.
Pero casi de inmediato, Ojeda fue convocado a la oficina de Walter Córdova, en la Comandancia General del Ejército, junto con el inspector general del Ejército, el general EP Carlos Ríos.
Ojeda fue de inmediato a la oficina de Córdova. Ello significó no concurrir al Ministerio de Defensa. Poco después, Bobbio renunció.
Al llegar a la Comandancia General del Ejército, Córdova le preguntó qué opinaba sobre la proclama de Castillo. Ojeda respondió que había que respetar la Constitución.
¿Qué le había dicho Bobbio? Se interesó Córdova.
Que llevaba unos documentos sobre el Ejército para firmar, respondió Ojeda.
Córdova no mencionó haber presentado su carta de renuncia. Entonces, Ojeda se adelantó y le dijo a Córdova, palabras más o menos: “¡Mi general, mientras no haya un documento firmado, usted es mi comandante general!”.
Así, por lo menos para los afanes de ese día, quedó temporalmente resuelta la cuestión de la sucesión en el comando.
El caso es que sí había “documento firmado”. Diversas informaciones corroboradas en paralelo, indican que las resoluciones fueron firmadas en Palacio antes del autogolpe. Es decir, bajo un gobierno que todavía era legalmente válido.
Ese día, a media mañana, un funcionario del despacho de Pedro Castillo fue convocado por el presidente y llegó cuando Bobbio y Castillo acababan de firmar las resoluciones. Castillo le entregó los documentos firmados y le ordenó que fuera de una vez donde el secretario del Consejo de Ministros, Gustavo Ramírez, para que este hiciera publicar de inmediato las resoluciones. El funcionario no encontró a Ramírez, lo llamó y supo que estaba muy demorado por el tráfico. Pero Ramírez le dijo por teléfono que vaya donde su asesora, Ana Posada, para entregarle las resoluciones. Ella las recibió, según el funcionario, quien, con la misión cumplida, regresó a su escritorio donde, al poco rato, le tocó escuchar el sorpresivo mensaje golpista de Castillo.
Por lo menos uno de esos empleados públicos, probablemente más, ya describió el episodio en declaración ante la Fiscalía. Lo que no está claro es dónde se encuentra la resolución firmada.
En el Comando Conjunto dio la una de la tarde. Los teléfonos no paraban de timbrar, en medio de la incertidumbre. En realidad, todo estaba listo, desde hace rato, para propalar el comunicado de rechazo al autogolpe. Pero el general EP Córdova tardaba en llegar. Para Gómez de la Torre, era necesario que los tres comandantes generales estuvieran presentes en ese momento.
Córdova llegó cerca de la 1:30 p.m. y en ese momento se difundió el comunicado que confirmó el descabello del autogolpe.
Horas después, Córdova asistió, con Gómez de la Torre, los otros comandantes generales, y el jefe de Estado Mayor de la PNP, a la proclamación de Dina Boluarte, como presidenta de la República, luego de la abrumadora votación que destituyó a Castillo.
Parecía que el autogolpe hubiera borrado, y dejado sin consumar, la renuncia de Córdova a la Comandancia General del Ejército y el nombramiento de David Ojeda a la misma.
Pero ambos ocurrieron bajo la vigencia del orden constitucional, antes del sismo autogolpista.
E ignorarlo mantuvo los problemas, y consecuencias, que habían llevado a las sucesivas ‘recomendaciones’ para la renuncia de Córdova.
Qué hace a un general
El general EP Walter Córdova es un oficial del arma de artillería, de la promoción de Antauro Humala. Es considerado un oficial estudioso, esforzado en lo académico, pero que no sobresale por su capacidad de mando de unidades o de toma de decisiones.
Su gestión como comandante general fue afectada por problemas que hubieran requerido acciones prontas y decisivas. El caso más saltante fue su falta de reacción frente a la denuncia de violación de una joven por un cadete de la Escuela Militar, pariente de Córdova, en la casa asignada al comandante general del Ejército.
Otros casos, que muestran la preferencia por lo burocrático frente a lo operativo, pueden tener consecuencias directas en la eficiencia militar, como lo demuestran un par de casos recientes.
Los ascensos y pases al retiro en el Ejército siguen procesos complejos de tabulación y cálculo donde se computan diversos factores, que van desde la promoción y la antigüedad hasta los cursos y las notas. La experiencia operativa también cuenta, aunque no se la valore igual en todos los casos. Y, aparte de las fórmulas y cálculos, la opinión (o preferencia) del comandante general tiene un peso, con frecuencia decisivo, en los resultados de ascensos, retiros y sus consecuencias.
Este año, por ejemplo, entre los designados para pasar al retiro figuran por lo menos dos oficiales que tuvieron actuaciones sobresalientes en las operaciones militares más importantes en el Perú de hoy.
Uno es el general de división EP Miguel Gonzáles Bojórquez, jefe del Comando Especial del VRAEM en 2022. El otro es el general de brigada EP Rubén Castañeda Layseca, jefe de inteligencia del Comando Conjunto. Ambos tuvieron una participación descollante en la Operación Patriota, este año, contra el jefe senderista del VRAEM, Víctor Quispe Palomino.
La operación exigió y logró una compleja coordinación –desde el despliegue secreto hasta la acción sincronizada– de muchas fuerzas y factores. Ello fue posible gracias al conocimiento, acumulado en meses y años, del escenario, y a una inteligencia de notable detalle táctico, que incorporó la historia y sus experiencias previas.
Eso es lo que define un conocimiento experto, que no se transmite sin un largo período de aprendizaje en el terreno. Y que cuando se fractura, se pierde y no siempre se logra reaprender.
¿Por qué se desestimó todo ese conocimiento y experiencia al mandar prematuramente a estos dos oficiales al retiro? ¿Se ha acabado el problema, acaso?
“Es asunto técnico”, se justifica un burócrata castrense, y se refiere al cálculo de cuántos puestos le toca a esta o la otra promoción, al lobby de las armas y las personas, a la presión por lograr los cargos y los puestos.
Pero nada tiene de técnico, mandar al retiro a militares expertos y destacados, cuyo conocimiento tomará mucho tiempo, y quizá muertes y fracasos evitables, reemplazar.
Un líder militar operativo, preocupado sobre todo en la excelencia militar, no hubiera tomado esa decisión.
Quizá se esté todavía a tiempo de revocarla.
Actualización al miércoles 21 de diciembre
Ayer, martes 20 de diciembre, el general EP David Ojeda fue nombrado como comandante general del Ejército, en reemplazo de Córdova.
Hoy fue designado como ministro de Defensa el general EP (r) Jorge Chávez Cresta, quien frenó el intento de golpe congresal de Manuel Merino cuando ocupó el cargo de ministro de Defensa durante el gobierno de Martín Vizcarra.