Si en la hora de la guerra contra Sendero Luminoso, en la década de los 1980, Antonio Cárdenas y los DECAS que comandó llegaron a sentirse abandonados por el Estado; el sepelio del líder histórico de la lucha campesina contra Sendero, el viernes 2, fue una muestra excepcional del reconocimiento que el Estado peruano tributa a su lucha.
Recibido en el aeropuerto de Ayacucho con honores militares, el féretro con los restos del líder DECAS fue conducido a su pueblo, Pichiwillca, en el sur del VRAE. Hasta ahí llegaron, para rendirle homenaje final, viejos dirigentes del DECAS de antaño, desde varios distritos del VRAE.
También llegaron los militares de más alto grado en la región: el general EP César Díaz Peche, comandante general del CE-VRAE; y el comandante general de la 2ª Brigada de Infantería, general EP Manuel Gómez de la Torre Araníbar.
Las altas autoridades militares y el pueblo de Pichiwillca se unieron en las exequias de Antonio Cárdenas el viernes . Así, desde la tumba, el líder DECAS puede haber librado una última y póstuma batalla para terminar su campaña de los últimos años: unir a los DECAS (los de antes pero, sobre todo, los nuevos integrantes de los CAD [Comités de Autodefensa]) con la Fuerza Armada, en lo que para él era la única forma de enfrentar exitosamente a Sendero.
