Durante la semana pasada, hasta el jueves 27 de octubre, el fiscal José Domingo Pérez estuvo en Curitiba, Brasil, para tomar declaraciones a exfuncionarios de Odebrecht en el caso Lava Jato.
En especial a Luiz Mameri, el exlíder empresarial de Odebrecht en varios países durante los años de mayor poderío, prosperidad y corrupción de la empresa.
Lo asesoró Carlos Kauffman, conocido sobre todo como abogado de Jorge Barata. En el pasado, Kauffman tuvo varios roces con José Domingo Pérez. En esta ocasión, sin embargo, tanto Mameri como su abogado fueron diligentes y cooperativos.
Igual sucedió con los ausentes. Hilberto Silva, el exjefe del notorio Sector de Operaciones Estructuradas, la “División de Sobornos” de Odebrecht, no acudió por problemas de salud, que documentó hasta con la copia de los boletos de avión ya comprados para el vuelo que no pudo concretar.
El procurador federal en Curitiba, Walter Mathias, uno de los pocos sobrevivientes de la Fuerza de Tarea de Curitiba, hizo recordar a Orlando Martello, el notable procurador que tanto contribuyó en sacar a luz las dramáticas revelaciones del caso.
Pérez Gómez regresó al Perú por pocos días antes de retornar a Brasil, a Sao Paulo, junto con el fiscal superior Rafael Vela. Se trataba de una reunión convocada con algunos de los principales testigos de Lava Jato – Marcelo Odebrecht y Jorge Barata –, para repasar sus próximos testimonios en juzgados peruanos.
No iba a ser una diligencia judicial sino una reunión de coordinación y repaso de testimonios. Tampoco era la primera. Ya se había hecho una virtualmente igual con el fiscal Elmer Chirre, que resultó exitosa.
Aquella reunión fue en el consulado peruano en Sao Paulo; y esta iba a realizarse en el mismo lugar.
Pero ya el viernes 28, un colega del equipo especial le dijo a Pérez Gómez que habría problemas para la realización de la reunión en el consulado peruano en Sao Paulo. Sonó extraño después del “avance interesante en Curitiba”, con la cooperación de los citados.
Ese día, el abogado de Odebrecht, Ricardo Weyll, llamó a Rafael Vela desde Sao Paulo y le dijo que estaban “… meditando no ir a la reunión del consulado”. No era la única meditación en curso. También estaban “meditando suspender la cooperación” con Perú.
Eso sonaba más serio, aunque todavía dentro del ámbito de la meditación donde no todo mantra se convierte en realidad.
A tenor de lo informado por fuentes confiables, Vela sugirió a Weyll que cambiaran meditación por reflexión porque podrían “terminar haciendo un gran daño al acuerdo […] la falta de declaración puede interpretarse como un incumplimiento del acuerdo”.
El mismo día, el fiscal superior Edgar Alfredo Rebaza, jefe de la Oficina de Cooperación Judicial Internacional y Extradiciones, le comunicó a Vela que su par brasileño le había hecho saber extraoficialmente que habían suspendido la cooperación con el Perú, a raíz de una denuncia de Odebrecht (ahora Novonor).
Vela decidió mantener el viaje a Brasil. Desde hace más de un año la relación con Odebrecht era difícil, con reclamos frecuentes y roces entre ambas partes. La cooperación ya se había suspendido por primera vez el año pasado para continuar poco después en su asumida anormalidad ante la perspectiva del inicio de juicios importantes.
El vuelo diurno de Lima a Sao Paulo aterrizó ante una nueva realidad. Vela y Pérez Gómez leyeron el cable de EFE que informaba la decisión oficial de la procuraduría brasileña de suspender el acuerdo con el Perú.
Uno de los puntos de la decisión de la autoridad brasileña apuntó específicamente, con fecha y todo, a prohibir la reunión convocada en el consulado peruano, calificándola de “manifiestamente ilegal” [ “… os prepostos da Requerente compareçam a ato com autoridade estrangeira no consulado peruano situado em São Paulo/SP nas datas de 03.11.2022 e 04.11.2022, em ilegalidade manifesta já reconhecida pelo Supremo Tribunal Federal em situação similar”].
Las reacciones fueron inevitablemente furiosas antes de conseguir aplacar el lenguaje más hostil.
Vela, describen fuentes confiables, se sintió particularmente insultado y agredido por Odebrecht.
“Lo principal del documento”, dicen las fuentes, “es un ataque directo” contra Vela por su “declaración en el arbitraje del 21 de septiembre de 2021”.
“Recién se acuerdan, después de un año”.
En esa declaración, que hizo como testigo en un arbitraje sobre el caso del Gasoducto del Sur, en Estados Unidos, Vela declaró como funcionario del Estado peruano. Pero Odebrecht afirma que utilizó en forma impropia información obtenida en el proceso de colaboración eficaz. Vela lo niega.
“Dicen que hemos venido a practicar una toma de declaración a espaldas de los fiscales brasileños”, se indigna Vela y recuerda las reuniones anteriores en el consulado peruano a las que Odebrecht asistió sin problema alguno.
Pero esta última denuncia revela, dicen las fuentes, la “perfidia” con que actúa Odebrecht.
Un funcionario de esa compañía, empero, discrepa con el punto de vista del fiscal Vela. “Hemos tratado de cooperar con la Fiscalía”, dice, “desde junio de 2021 ha habido 65 declaraciones de Odebrecht por cooperación jurídica internacional [con el Perú], pero los problemas de la empresa se han acentuado […] en la práctica, los actos procesales han ido en sentido contrario”.
Según la fuente vinculada con Odebrecht, la empresa presentó el documento que solicita a la procuraduría brasileña la suspensión del acuerdo con el Perú durante la primera quincena de octubre y, todo indica, lo mantuvo en reserva hasta el último momento.
La procuraduría brasileña, igual que el año pasado, no notificó a sus pares peruanos ni les dio posibilidad de presentar defensa antes de la decisión. Suspendió la cooperación y quedó a la espera de los descargos de la autoridad peruana.
Eso probablemente no hubiera ocurrido durante los años de Lava Jato, pero sí caracteriza los de Vaza Jato, la investigación que mostró las distorsiones de aquella y provocó una contracorriente que, entre otras cosas, desactivó la Fuerza de Tarea de Curitiba y modificó no solo la lucha anticorrupción, sino el mapa político de Brasil.
En el gran escenario del drama brasileño, Vaza Jato sacó a Lula de la cárcel de Lava Jato y lo propulsó a una nueva presidencia. Su némesis, Sergio Moro, terminó elegido como senador y Deltan Dallagnol, el jefe de la Fuerza de Tarea, resultó electo diputado.
La suerte de otros procuradores ha sido diferente. Orlando Martello, que ayudó mucho a los fiscales peruanos, enfrenta en un juicio la orden de sus actuales superiores de devolver los viáticos que utilizó en sus investigaciones.
En Perú el escenario tampoco escampa. La Corte Suprema verá, dentro de poco, casos de central importancia en los que definirá qué contribuciones ilegales cuentan como lavado de dinero o no. El problema es si esa decisión se tomará solo por el peso intelectual de las razones contrapuestas o si habrá conflicto de interés por amistades y vinculaciones previas. La petición del fiscal Vela de que el juez supremo César San Martín se inhiba en el caso de Ollanta Humala y Nadine Heredia, terminó en manifiestos de jueces supremos y confrontación con el fiscal.
Así, en medio de esos conflictos poligonales, reventó la suspensión de la colaboración con Brasil por el caso Odebrecht.
Pero, una vez expresadas las indignaciones, censados los insultos y listados los agravios, una cosa parece emerger con cierta claridad.
A ninguno de los dos lados les conviene un rompimiento decisivo y final.
Si tal cosa sucede, la Fiscalía no perderá las considerables pruebas que ya tiene en multitud de casos, pero sí perderá a sus testigos de cargo.
Eso no significa la derrota en los procesos, pero sí un debilitamiento de los casos.
Odebrecht tendría mucho más que perder en una condición de delator renegado.
Por eso, fuentes de ambos lados de la confrontación dejaron saber que lo mejor para todos es volver a hablar.
A la vez, de forma independiente, ambos encontraron que la curiosa metáfora del póker describía bien la dinámica de su controlada disfunción.
En el póker uno debe saber utilizar, con impavidez, el desafío engañoso del ‘bluff’.
Es una apuesta de audacias que unas veces sale bien y mal en muchas otras.
La de ahora recién empieza y, con tanto en juego, dudo que ningún bluff augure otro destino que el fracaso.