Pregunta: ¿Cuándo se puede confiar en la palabra de Jaime Villanueva?
Respuesta: Nunca.
Pregunta: Precise su respuesta. ¿Nunca creer en su palabra, bajo ninguna circunstancia?
¿Su palabra? ¡Nunca!
¿Su confesión como delincuente acogido a la colaboración eficaz? Esa es otra cosa, porque cada dicho, cada palabra debe ser confirmada por evidencia que será examinada y escrutada al detalle por la fiscalía que lo investiga.
Hay un Villanueva que defendió (y trabajó para) el régimen de Pedro Castillo; hay un Villanueva que poco tiempo después atacó a ese gobierno y adoptó de un día para el otro la jerga de la ultraderecha, como si lo hubiera hecho toda la vida.
Hay un Villanueva que escribió ardientes elogios al Equipo Especial del caso Lava Jato, (en especial a Rafael Vela y José Domingo Pérez); hay un Villanueva que conspiró luego activamente para acusar, atacar, desprestigiar y destituir a ambos fiscales.
Hay un Villanueva que elogió sin reservas las acciones de investigación del Equipo Especial contra la corrupción organizada de, sobre todo, el fujimorismo; y hay un Villanueva que cooperó y conspiró con el mismo fujimorismo, con la ultraderecha y hasta con Perú Libre, para negociar votos por impunidad a través de la cancelación de importantes investigaciones fiscales. Y que, en el proceso, perpetró varios delitos.
Con una trayectoria así, al lado de la cual las curvas de Pasamayo parecen una línea recta, ¿qué se le puede creer?
Nada, si se confía solo en su palabra.
Pero una cosa diferente es cuando sus confesiones son corroboradas, comprobadas con pruebas independientes.
Para eso está la colaboración eficaz. Mejor conocida en otras latitudes como delación premiada.
La persona que pide acogerse a la colaboración eficaz debe primero reconocer que ha cometido uno o varios delitos. Y, a cambio de aminorar su pena, ofrece aportar, mediante confesión documentada, información de significativo valor, que resulte útil, quizá decisiva, para avanzar una investigación sobre los delitos complejos de, por lo general, una organización criminal.
La colaboración eficaz parte de la necesaria premisa de que quienes piden o aceptan convertirse en colaboradores eficaces, son delincuentes no confiables. Que mentirán si tienen la oportunidad.
Por eso, cada dato de cada confesión debe ser rigurosamente corroborado. Al comienzo, al medio y al final del proceso. El delator debe saber que mentir puede tener consecuencias graves, como perder su condición de colaborador eficaz y agravar su situación procesal.
Está claro que los fiscales y policías que intervengan en los interrogatorios de la colaboración eficaz –y sus procesos previos– deben ser personas con conocimiento del tema investigado y de la investigación criminal.
Cuando Villanueva fue detenido, en las primeras acciones de la Operación Valquiria, le tomó muy poco tiempo convertirse en aspirante a colaborador eficaz. Vio la evidencia que ya tenían los investigadores –que incluía un registro detallado de sus acciones delictivas a través de los numerosos chats que dirigió a un/a agente del equipo fiscal. Asumió que sus cómplices lo iban a utilizar como chivo expiatorio y decidió contarlo todo antes de que otros lo hicieran por él.
Sus primeras confesiones (ignoradas por los órganos de la desinformación y asordinadas, apenas mencionadas, por la prensa tradicional supuestamente independiente), fueron devastadoras para la ahora suspendida fiscal de la nación, Patricia Benavides y para los cómplices revelados.
Nada de lo que fue confesado por Villanueva como colaborador eficaz ha sido desmentido, hasta ahora. Ninguno de los mencionados en las confesiones ha denunciado a Villanueva como difamador, pese a que este renunció desde el principio al anonimato legal que se suele conceder al delator y confesó bajo su nombre.
Una parte importante de sus confesiones ha sido corroborada por investigaciones previas y posteriores del equipo de fiscales y policías que trabaja con la fiscal Marita Barreto.
Semanas después, sin embargo, Villanueva fue convocado a declarar como testigo en las investigaciones que dirige la fiscal suprema Delia Espinoza contra Patricia Benavides Vargas por los delitos de organización criminal y otros, en agravio del Estado. En esas declaraciones, en particular las que dio al notorio fiscal Reynaldo Abia, hubo desde mentiras gruesas hasta inexactitudes.
Una selección de esas declaraciones (las que utiliza para mencionarme) fue filtrada al desagüe desinformativo de Willax, donde sirvió para otra ola de ataques y calumnias de desaforada estridencia.
Esas declaraciones seleccionadas por Willax fueron peroradas de inmediato, como verdades bíblicas, por los círculos de corrupción, que pronto desembocaron en una acusación penal de Fuerza Popular, basada por entero en las desinformaciones de Willax y la prensa lumpen que le hace eco y amplificación.
Los que empalidecieron y callaron frente a las confesiones de Villanueva como colaborador eficaz, ahora aullaron que las declaraciones de este sobre mí, como testigo, (escogidas y sesgadas para su publicación) tenían el valor de contundente demostración, de prueba plena.
Fue tan intensa y coordinada la ofensiva desinformadora, que una parte de la prensa tradicional, la cubrió como si se tratara de una revelación importante. Algunos de sus reporteros me llamaron para pedir “mis descargos” ignorando el deber fundamental de cualquier periodista (de sus editores ni hablo), de hacer la mínima diligencia debida, el mínimo reportaje de verificación antes de darle legitimidad noticiosa a la basura desinformadora de la prensa lumpen.
IDL-R ha publicado en el último mes varias notas que, además de explicar el caso, desmenuzan y destruyen las mentiras y difamaciones de la prensa mafiosa. En particular las siguientes:
En la práctica, lo que la mafia desinformadora busca es que las declaraciones escogidas del testigo Villanueva sean utilizadas para destruir las investigaciones de los casos Lava Jato y Lava Juez, y que los periodistas y fiscales que investigaron sean procesados como criminales (al estilo Guatemala); mientras que las confesiones del delincuente Villanueva, bajo los rigores corroborativos de la colaboración eficaz sean sepultadas en el olvido; o lleven luego a cortarles –desinformación de por medio– la cabeza a los fiscales y policías que se atrevieron a hacer esas investigaciones.
Volvamos a la palabra de Villanueva.
¿De qué Villanueva hablamos? Porque cada uno tiene una palabra diferente. ¿Qué tal si empezamos por el político?
Villanueva trabajó para el gobierno de Pedro Castillo, en tres ministerios, desde el inicio de ese régimen hasta julio de 2022, cuando pasó a trabajar en la fiscalía de la nación, con Patricia Benavides.
Durante ese período, Villanueva declaró con vehemencia su afinidad ideológica con el gobierno de Castillo, e hizo esfuerzos por integrarse a las supuestas estrategias de defensa de este. Con los sectores más radicales era, nada menos que, “el camarada Villanueva”.
En un mensaje a un izquierdista convencido, el abogado Raúl Noblecilla, Villanueva escribió que era indispensable: “seguir adelante con este proceso que lamentablemente se ve amenazado […] este es el momento de sumar fuerzas […] para preservar lo que se ha ganado, para no dejarnos arrebatar esta victoria popular y para devolverle esperanza a nuestro pueblo”.
Y el “camarada Villanueva” remataba con un compromiso personal: “Cuenta conmigo […] para lo que se pueda hacer en bien de este gobierno […] mi plena solidaridad […] con el gobierno, con Guillermo [Bermejo], con todas las personas que, yo sé, están apoyando fervientemente que no se caiga este proceso.[…] estoy seguro que con esperanza, con fe, con unión, vamos a poder salir adelante. Un abrazo, estimado camarada”.
Ese mensaje se escribió y envió en febrero de 2022. En julio, Villanueva dejó el gobierno de Castillo, para convertirse en la mano derecha de la fiscal de la nación, Patricia Benavides, e integrarse por completo a sus acciones e intrigas.
Ya en abril de 2023, Villanueva tildaba a Pedro Castillo como “el corrupto golpista”, mientras coordinaba acciones delictuosas con los sectores corruptos de, sobre todo, la ultraderecha.
Una información más detallada sobre lo descrito aquí puede encontrarse en la nota:
¿Cuál palabra de Villanueva, entonces, la del izquierdista radical o la del operador de la derecha radical (y sus aliados, como Vladimir Cerrón) en la Fiscalía y en el Congreso.
Pero nada ilustra mejor la palabra y la conducta de Villanueva que su relación con los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, ambos personajes centrales en el desarrollo excepcional de la investigación del caso Lava Jato.
A comienzos de enero de 2019, en un artículo suyo publicado en “La Mula” bajo el título: “Fue bueno mientras duró”, Villanueva escribió:
“… tengo el honor de haber conocido de cerca el trabajo de Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez Gómez que, en cumplimiento de la Constitución, nos representan a todos en esta lucha que hoy nos convoca. He sido testigo cercano de todo su esfuerzo e integridad en la lucha contra la corrupción, así como también del acoso al que han sido sometidos desde que se atrevieron a solicitar la prisión de Keiko Fujimori”.
En esos días no se conocía aún el desenlace de su enfrentamiento con el entonces fiscal de la nación, Pedro Chávarry. “… Lo que no calculó Pedro Chávarry era la absoluta autonomía, valentía y honestidad de Rafael Vela y José Domingo Pérez”.
Y hubo muchos más textos de Villanueva, en elogio superlativo a la acción de los fiscales Vela Barba y Pérez Gómez.
Pero a partir de su salto a la fiscalía de la nación, con Patricia Benavides, las cosas empezaron a cambiar. “… se atenuaron y luego cesaron los elogios al Equipo Especial; y, en medio de la campaña de intensificados ataques a los fiscales Vela y Pérez Gómez, sobre todo desde 2023, empezó a percibirse una mano furtiva cuya huella se hizo paulatinamente clara”, según escribió IDL-R hace algunos meses.
“Para el Villanueva de 2023” escribió IDL-R, “la condecoración del investigado (por lavado de dinero) López Aliaga a la fiscal de la nación, y los “me gusta” a los tuits de la derecha y ultraderecha, se hicieron parte cotidiana de su nueva realidad”.
¿Hasta qué punto? Ahora verán.
El 12 de diciembre de 2023, Jaime Villanueva efectuó su primera declaración confesional como colaborador eficaz (a diferencia de testigo). Y empezó así su declaración:
Según Villanueva, la conspiración para sacar a Rafael Vela de su función como coordinador del Equipo Especial Lava Jato, y de la fiscalía de lavado de activos, continuó, en los meses siguientes, con su conocimiento y participación.
No solo eso, sino que participó activamente en el desenlace del caso:
Finalmente, informaron a Jaime Villanueva que Fernández Jerí ya había firmado la suspensión de Rafael Vela y que se lo iban a notificar en un hotel de la avenida Salaverry, donde se realizaba un evento de fiscales sobre derechos humanos. Villanueva informó de inmediato a la fiscal de la nación, Benavides, quien decidió adelantar su presencia en el Congreso para tratar de humillar a Rafael Vela.
Villanueva fue el que redactó ese discurso y luego acompañó a Benavides a escucharla y asistir a la humillación de su antaño elogiado amigo.
Y así:
Horas antes, al llegar al hotel donde su jefa, Benavides, intentó mostrar su poder frente a la congregación de fiscales y al suspendido Rafael Vela, Villanueva buscó a Vela entre los concurrentes porque, en sus palabras: “… yo quería reclamarle porque José Domingo [había salido a atacarme en la prensa, donde Jaime Chincha] había dicho que salía con autorización y pleno conocimiento de Rafael […] me molestó que José Domingo salga a atacarme a pesar que yo siempre los había apoyado a ellos”. (Esta cita proviene de la declaración de Villanueva como testigo)
Ya hemos visto cómo era ese “apoyo”. Judas Iscariote no lo hubiera hecho mejor.