ACTUALIZACIÓN: Nota de autor al 15 diciembre de 2017
Publiqué ese texto hace un año. Lo pensé diagnóstico pero resultó predictivo.
Hace un año no se conocían las mentiras pero sí era evidente la debilidad. Con esta última bastaba a los fujimoristas. Las mentiras son apenas facilitadoras de un plan en desarrollo.
Así que tengamos todos la mayor claridad al respecto: a los herederos y practicantes del movimiento más corrupto en nuestra historia les interesa un comino la lucha contra la corrupción. Solo les motiva el más grotesco uso del concepto para lograr en reverso una nueva captura golpista del Estado. Lean lo escrito hace un año al patético Presidente y vean a dónde lo llevó la sumisión y la debilidad.
Presidente Kuczynski: usted se equivocó al hincar la rodilla frente a la mayoría congresal fujimorista. Al entregarles la cabeza del ministro Saavedra para lograr una ilusión de estabilidad, lo único que logra –para decirlo con verdad aunque sin elegancia– es convertir su gobierno en una piñata y su poder en un salame. Antes que le corten el primer pedazo, en unos pocos días, debe ver que la etiqueta de dicho embutido dice “Vacancia”. Y ese es, me temo, el cadalso político al que usted ha empezado a caminar.
Cuando usted terminó la oda involuntaria a la debilidad que fue su discurso, exhortando a los fujimoristas a ser comprensivos y no decapitar funcionalmente al ministro Saavedra; su expresión, buenaza y hasta conmovedora, fue reemplazada por la de Becerril, quien le respondió con el aire de perdonavidas de quien aprueba la sumisión antes de asestar la primera bofetada, que fue: «Vamos a censurarlo [a Saavedra], con la corrupción no se negocia. Vamos a seguir con la moción de censura”.
Imagínese: ¡Becerril, el dirigente fujimorista, del partido del gobierno más corrupto en la historia de la República, diciendo que con la corrupción no se negocia! Cinismo es lo que menos le falta. ¡Y usted le entrega la cabeza de Saavedra a esa gente!
Sí, claro, podría nombrar a Daniel Mora como nuevo ministro de Educación (si es que Mora acepta, sabiendo, en caso de hacerlo, los tiempos que le aguardan) e insistir así en que “no voy a retroceder ni un milímetro en ninguna de las políticas educativas que le he encargado al ministro” como dijo en su discurso. Pero si los fujimoristas van a descabezar (como anunciaron que harán) a su encargado de “las políticas educativas”, ¿qué le hace pensar que no lo harán retroceder a usted no solo un milímetro sino un kilómetro si les hace falta?. La única manera de conservar los milímetros es mantener y aún acrecentar el poder que la Democracia le confirió en las elecciones. Pero usted lo pierde; y me temo que junto con el poder se va el respeto.
Cuando usted ingresó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, debió tener claro el escenario que tenía por delante. Gracias a la fraudulenta exclusión de Julio Guzmán, el fujimorismo pudo aumentar su ventaja y entrar a la segunda vuelta con la mayoría del Congreso. Eso, de paso, no se debió a la decisión de los votantes, sino a los retorcidos criterios de cómputo electoral. Los fujimoristas lograron en primera vuelta el 19% de los votos del padrón electoral; el 23,6% de la votación total; y el 36,3% de los votos válidos. En proporción directa, eso debió haber equivalido a 47 congresistas, que no es una representación escasa, pero sí lejana de los 72 que fueron elegidos con los sistemas electorales vigentes.
“Usted dijo que “no voy a retroceder ni un milímetro en ninguna de las políticas educativas que le he encargado al ministro”. Pero, ¿qué le hace pensar que los fujimoristas no seguirán haciéndolo retroceder no solo un milímetro sino un kilómetro si les hace falta?”.
Desde el comienzo de la campaña de la segunda vuelta, era evidente que si usted ganaba iba a tener a una mayoría del Congreso en contra. Una mayoría, además, disciplinada (o bien arreada), cuya líder esperaba vencerlo sin dificultades y que daba virtualmente por lograda su victoria.
Usted ganó; y podrá recordar lo difícil y complicado que fue vencer en los últimos días y gracias a un giro radical en la campaña.
En mi artículo, “El día siguiente”, escrito un día después de su victoria y publicado el 9 de junio en Caretas 2440, le dije lo obvio, que no lo iba “a tener nada fácil”.
Porque no solo tenía un Congreso controlado por la “terminante mayoría” del fujimorismo sino porque “hasta algunos de los congresistas de su partido empiezan a descubrir precozmente su lado geisha”… que fue lo que pasó en estos días.
Uno de los primeros desafíos que tenía que enfrentar, escribí, es “cómo lidiar con una representación parlamentaria propia, reducida e inestable, con … congresistas para quienes el transfuguismo light es una forma eficaz de estabilidad laboral y longevidad política”.
Esos, que como asesores de campaña lo llevaban, PPK, a una segura derrota al instarlo, en plena campaña a no “irritar a los fujimoristas sino tenderles puentes puesto que con ellos tenía que gobernar”, y que se lo dijeron “cuando estaba cinco puntos abajo y a pocos días de la elección”. Esa misma gente, luego de la victoria que hicieron todo lo posible por evitar, sostuvo que para garantizar “la gobernabilidad” debía concertar con los fujimoristas.
La lección, de haber ganado “una elección que tenía perdida una semana antes con un nuevo mensaje y una nueva actitud” fue que para darle fuerza a un gobierno minoritario “necesita brío y audacia antes que doblar el espinazo” a la mayoría fujimorista.
Era y es necesario, por supuesto, negociar con ellos, pero “desde una base firme y decidida”, entendiendo que el resultado electoral no era fruto de una sólida mayoría fujimorista sino de una mala campaña.
Si, dije entonces, la mayoría fujimorista persiste en “socavar su gobierno”, la Constitución vigente le permite “si se censura a dos gabinetes, disolver (en forma perfectamente legal, a diferencia del 5 de abril) el Congreso y convocar a nuevas elecciones legislativas”. La sola inminencia de eso haría recular a los fujimoristas y lidiar razonablemente con el Ejecutivo.
Escribí poco después, en Caretas 2442, que un Presidente hábil (…) (que) haga clara su determinación de utilizar todos los medios que la ley le faculta”, tendrá éxito.
Si, en cambio, escribí “dobla el espinazo y se calza las rodilleras, no tardará en empezar la piñateada (…) le harán casi imposible gobernar y poco tiempo después se escucharán los primeros llamados de vacancia”.
Lo que fue, hace apenas seis meses, un escenario, describe la realidad de hoy. Despercúdase, señor presidente, y actúe con iniciativa y energía. La mayoría de la gente lo apoyará (muchos de su partido también) y podrá gobernar. De otra manera le reducirán crecientemente el poder y en un lapso más corto que largo, lo acusarán de lo que ellos han causado, la inutilidad, la inoperancia, votarán la vacancia y lo sacarán del cargo.
Usted buscó y luchó por la presidencia y la responsabilidad que implica. Ya que la tiene, ejérzala ahora.
(*) Reproducción de la columna ‘Las palabras’ publicada en la edición 2467 de la revista ‘Caretas’.