El domingo 15, IDL-R publicó el reportaje de César Prado, “Archivo y soborno”, que describe cómo Jaime Villanueva participó, con la directa cooperación de la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, en la “trama detrás del archivamiento de dos investigaciones por lavado de activos”.
Por sus gestiones, Villanueva confesó haber recibido un soborno de 20 mil dólares, que, según la misma confesión como colaborador eficaz, compartió en mitades con Miguel Girao.
Al día siguiente de la publicación, el abogado de Villanueva, Luis Capuñay salió en redes para celebrar (con lo que él quizá pensó era una exquisita ironía) la nota de IDL-R:
Su presunta agudeza resultó contagiosa, pues poco después, Manuel Altamirano, el beneficiado por uno de los archivamientos, publicó lo siguiente en redes.
Ante una ironía tan supuestamente punzante, Capuñay asumió que no hay primera sin segunda y añadió lo siguiente:
Con gente así de inteligente, ¿deberíamos nombrar al pájaro dodo como candidato al club Mensa?
De repente sí.
Veamos la relación de Jaime Villanueva con la verdad y la mentira. ¿Cuándo debe tomarse en serio una afirmación suya y cuándo debe considerarse lo que dice algo tan auténtico como un billete de trece soles?
IDL-Reporteros ya lo reveló y expuso, con puntual detalle, en varias publicaciones, como, por ejemplo, en la nota: “Palabra de Villanueva”, publicada el 31 de marzo pasado.
El artículo arranca así, con un mini-cuestionario:
“Pregunta: ¿Cuándo se puede confiar en la palabra de Jaime Villanueva?
Respuesta: Nunca.
Pregunta: Precise su respuesta. ¿Nunca creer en su palabra, bajo ninguna circunstancia?
¿Su palabra? ¡Nunca!
¿Su confesión como delincuente acogido a la colaboración eficaz? Esa es otra cosa, porque cada dicho, cada palabra debe ser confirmada por evidencia que será examinada y escrutada al detalle por la fiscalía que lo investiga”.
Recomiendo leer entera la nota, pues hace la distinción precisa entre la persona que hizo de la doblez, el transfuguismo y la traición su divisa, con esa misma persona que, una vez capturado, se reconoce delincuente y acepta delatar como colaborador eficaz lo que perpetró junto con otros para atenuar, disminuir e incluso eliminar su probable pena.
Luego de examinar su carrera, volvía la pregunta:
“Con una trayectoria así, al lado de la cual las curvas de Pasamayo parecen una línea recta, ¿qué se le puede creer?
Nada, si se confía solo en su palabra.
Pero una cosa diferente es cuando sus confesiones son corroboradas, comprobadas con pruebas independientes.
Para eso está la colaboración eficaz. Mejor conocida en otras latitudes como delación premiada.
[…]
La colaboración eficaz parte de la necesaria premisa de que quienes piden o aceptan convertirse en colaboradores eficaces, son delincuentes no confiables. Que mentirán si tienen la oportunidad.
Por eso, cada dato de cada confesión debe ser rigurosamente corroborado. Al comienzo, al medio y al final del proceso. El delator debe saber que mentir puede tener consecuencias graves, como perder su condición de colaborador eficaz y agravar su situación procesal”.
Por eso, la diferencia entre las declaraciones de Villanueva como colaborador eficaz y como testigo, era decisiva.
“Nada de lo que fue confesado por Villanueva como colaborador eficaz ha sido desmentido, hasta ahora. Ninguno de los mencionados en las confesiones ha denunciado a Villanueva como difamador, pese a que este renunció desde el principio al anonimato legal que se suele conceder al delator y confesó bajo su nombre”.
En cambio, sus declaraciones como testigo han sido una colección de imprecisiones, distorsiones y mentiras, una buena parte de las cuales fueron ya reveladas como tales en IDL-R, mientras eran utilizadas para cebar al lumpenaje periodístico, sobre todo de Willax, en sus campañas de desinformación.
“Esas declaraciones seleccionadas por Willax fueron peroradas de inmediato, como verdades bíblicas, por los círculos de corrupción, que pronto desembocaron en una acusación penal de Fuerza Popular, basada por entero en las desinformaciones de Willax y la prensa lumpen que le hace eco y amplificación”.
A lo que hay que añadir a una cierta parte de la Fiscalía, que la convirtió en una ‘investigación’ hostil, basada enteramente en las mentiras de Villanueva y la desinformación de la basura periodística.
La nota, después de examinar no solo los saltos de bando sino los detalles de la traición de Villanueva a sus antaño elogiados, los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez, terminaba escribiendo que:
“Judas Iscariote no lo hubiera hecho mejor”.
¿Creerían el testimonio de Iscariote? Claro que no.
¿Aceptarían su confesión como colaborador eficaz, luego de corroborarla? Claro que sí.
La nota que publicó IDL-Reporteros el domingo 15 estuvo basada en lo que confesó como colaborador eficaz.