IDL Reporteros
IDL Reporteros
IDL
Seguridad

La precuela del operativo

En la guerra, la letra con sangre entra
por Gustavo Gorriti
PUBLICADO jueves 25 DE agosto, 2022 A LAS 15:38
ACTUALIZADO jueves 26 DE enero, 2023 A LAS 17:10

La dura regla de la pedagogía bélica indica que las experiencias de sangre y derrota contienen enseñanzas de valor para quienes poseen capacidad de aprender y talento para descifrar claves de victoria.

Antes del plan Patriota hubo varios ataques de las Fuerzas Armadas al reducto senderista de Vizcatán. Como describió IDL–R (en la nota ‘Combates y bajas en el reducto de Vizcatán’) hubo intentos de conquista y ocupación de territorio desde 2007, con el plan Excelencia 777, que logró establecer guarniciones en Vizcatán, Bidón, Cerro Judas y Sanabamba. Al cabo de un tiempo esas guarniciones fueron abandonadas, por la dificultad del abastecimiento aéreo, y por las sangrientas emboscadas que sufrieron tanto patrullas como helicópteros.

En los años siguientes, SL-VRAEM amplió paulatinamente su radio de acción y la agresiva intensidad de sus ataques. A lo largo de varias emboscadas, causó muchas bajas a las fuerzas de seguridad y capturó armamento, tanto individual como colectivo (ametralladoras MAG, PKT, PKM, lanzagranadas MGL), que fortaleció la potencia de fuego senderista multiplicada por su  eficaz uso del terreno de selva. 

Vizcatán, 2007. (Óscar Medrano)

Ocultas en la densa vegetación de la montaña selvática, cubriendo los vectores inevitables de vuelo, las ametralladoras senderistas se convirtieron en una continua y letal amenaza para los helicópteros de las Fuerzas Armadas. SL-VRAEM devino una seria amenaza militar.

A partir de 2013 las fuerzas de seguridad empezaron a contragolpear con eficacia. En todos los casos importantes, sin embargo, los operativos exitosos  tuvieron lugar fuera del reducto senderista. Mediante ardides y estratagemas, convirtiendo a colaboradores de SL-VRAEM en agentes de las fuerzas de seguridad, los dirigentes senderistas ‘William’, ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ fueron atraídos a emboscadas, donde francotiradores o viviendas convertidas en trampas explosivas terminaron con sus vidas. 

Hubo otros casos que, pese a su audacia operativa, (como el combate en Virgen Ccasa, en 2015), no alcanzaron el éxito resonante que tuvieron las operaciones contra ‘William’, ‘Alipio’ o ‘Gabriel’.

‘Alipio’ (Orlando Borda Casafranca). Arriba, ‘Gabriel’ (Marco Antonio Quispe Palomio). (Fotos: captura del video de la entrevista de Fernando Lucena a ‘Alipio’, en 2011, publicada en IDL-R; y LaMula.pe)

Mientras las fuerzas de seguridad cosechaban resultados a distancia de los reductos senderistas, intentaron en paralelo, realizar incursiones ofensivas contra los propios reductos, pero estas no tuvieron éxito.

En el operativo “Ocaso Rojo”, de 2013, consiguieron información precisa sobre la ubicación de Jorge Quispe Palomino, ‘Raúl’. Lo sabían protegido por un dispositivo de seguridad, con potencia de fuego y manejo del terreno. Por eso, siguiendo la entonces reciente experiencia colombiana (por ejemplo, las acciones que terminaron con la muerte de los jefes de las FARC Raúl Reyes, en 2008, y el ‘Mono Jojoy’, en 2010), el ataque al reducto de ‘Raúl’ empezó con un bombardeo de ablandamiento ejecutado por cazas A-37. 

Pero la articulación operativa no fue eficiente. Transcurrieron 45 minutos desde el ataque aéreo antes de que las patrullas de fuerzas especiales descendieran en el lugar. ‘Raúl’ tuvo tiempo para escapar, aunque en forma precipitada. Abandonó muchas cosas, empezando por su guitarra; pero el resultado fue que SL-VRAEM asimiló las lecciones tácticas de ese evento para hacer frente a futuras incursiones.

Jorge Quispe Palomino, ‘Raúl’.

Un año después, en 2014, en la zona llamada ‘Artesa’ –situada en la naciente de la quebrada de Challhuamayo, hacia la margen izquierda del Mantaro– se realizó una reunión plenaria de los mandos senderistas, con asistencia de ‘José’, Víctor Quispe Palomino. 

Las fuerzas de seguridad, indican fuentes con conocimiento de causa, tenían información precisa sobre el evento antes de su realización. Sabían quiénes serían los asistentes, la fecha, la hora y sus coordenadas. Así, lanzaron un ambicioso operativo que empezó con el ataque aéreo por los aviones tácticos de la FAP. El bombardeo tuvo un escaso efecto debido, sobre todo, al espeso dosel del bosque y a la altura de los árboles. 

Además, el tiempo que transcurrió entre el ataque aéreo y la llegada de las fuerzas especiales helitransportadas, otra vez muy largo, anuló el factor sorpresa.

El descenso de las tropas fue también problemático y, cuando lograron finalmente bajar, los senderistas ya habían tomado posiciones de ventaja en una altura cercana. Con el contingente de comandos concentrado en un solo lugar y los senderistas en clara superioridad posicional, las fuerzas especiales pasaron, en poco rato, según expresa una fuente con conocimiento directo de los hechos, “de cazadores a presas”.

El objetivo de la operación cambió de súbito en la urgencia de extraer la fuerza con el mínimo de bajas posible. 

La mejor posición táctica de los senderistas hizo extraordinariamente peligrosa esa extracción. En la noche, sin embargo, dos helicópteros conducidos por intrépidos y experimentados pilotos (uno de los cuales fue el luego coronel EP Luis Boullosa, quien, después de sobrevivir con legendario valor los mayores peligros en el VRAEM, pereció en un accidente de rutinaria instrucción de vuelo, en enero de 2019) lograron extraer, en varios vuelos, a los militares hacia un lugar cercano pero seguro, desde donde prosiguió la evacuación. Así, lo que empezó como una operación sorpresa, terminó en un fracaso que, por fortuna, no costó vidas. 

A la derecha, el coronel EP Luis Boullosa. (Foto: Ejército del Perú)

Las lecciones de ambos eventos fueron claras. Reducido en ámbito de influencia geográfica y golpeado por la muerte de sus principales líderes militares (sobre todo ‘Alipio’), SL-VRAEM mantenía, sin embargo, no solo una importante potencia de fuego, sino la capacidad de reacción rápida, suficiente como para anular en pocos minutos cualquier sorpresa. Tampoco había perdido un manejo superior del terreno y de la lucha en selva que le daba, además de un significativo margen de supervivencia, la capacidad de pasar con rapidez al contraataque.

La lección más importante fue que no solo las fuerzas de seguridad sacaban enseñanzas de cada operativo. SL-VRAEM lo hacía también, con un análisis minucioso y exhaustivo de cada caso.

Cada nueva acción de ataque, por eso, resultaba más difícil que la anterior.

Primeros preparativos

Los avances de importancia en la lucha contra el SL-VRAEM ocurrieron durante el gobierno de Ollanta Humala. Por primera (y única) vez, el Gobierno puso a un coordinador central, directamente delegado por el presidente, para facilitar todas las acciones de contrainsurgencia.

El coordinador fue el viceministro del Interior, Iván Vega, que pasó luego a viceministro de Defensa. Vega asimiló la experiencia operativa del exjefe de la Dirandro y la Divinesp, el general PNP (luego ministro) Carlos Morán, que condujo, en gran medida, a la captura de ‘Artemio’ en el Alto Huallaga. 

Con la autoridad conferida por el presidente, Vega integró a policías y militares expertos en un solo equipo, que manejó inteligencia con operaciones y movilizó los recursos del Estado con la fluidez que precisaban las operaciones. Tuvo, además, ayuda extranjera, desde la de los colombianos, hasta la inteligencia electrónica y las sustantivas recompensas de la Drug Enforcement Administration (DEA), de Estados Unidos.

El general EP César Astudillo, el entonces viceministro de Defensa Iván Vega, y el general (r) PNP Vicente Álvarez, en el operativo que tuvo como objetivo capturar o abatir al camarada ‘Antonio’, en 2015. (Foto: Caretas)

Los resultados llegaron pronto y provocaron el repliegue de SL-VRAEM al reducto de Vizcatán y sus zonas de influencia. Para muchos, la organización dirigida por Víctor Quispe Palomino dejó de ser la amenaza estratégica que se percibió en los meses de Kepashiato, cuando prevaleció, impune, en el corazón energético del Perú. Pasó a ser un grupo olvidable de bandoleros perdidos en la espesura de los bosques montañosos. 

Pero el SL-VRAEM mantuvo, pese a sus reveses, una importante capacidad militar que, en su ‘zona dura’, podía hacer frente a fuerzas bien entrenadas y equipadas. Además del conocimiento y preparación del terreno para la defensa, donde guardaban una enorme ventaja, mantenían una potencia de fuego considerable, con ametralladoras que cubrían los vectores principales de aproximación o retirada, terrestres o aéreos, de Vizcatán. 

Cuevas, túneles, zanjas, minas, trampas: las lecciones de las cuevas de Yenán y los túneles de Cu Chi, en China y Vietnam, intentaron aplicarse en Vizcatán. No siempre con éxito, pero sí lo suficiente como para representar un desafío formidable para el ataque de cualquier fuerza militar.

A los obstáculos que representaba SL-VRAEM había que añadirle los originados por las propias patologías del Estado. Las competencias, celos y reveserías dentro del propio aparato de seguridad estatal, lindaron en ocasiones con el sabotaje.

La misión inconclusa

El general EP César Astudillo fue jefe del CE-VRAEM, durante el repliegue de Sendero y el fortalecimiento de la lucha contrasubversiva en el gobierno de Ollanta Humala. 

Años después, como jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA), Astudillo buscó convocar a algunos de los especialistas más calificados de la ‘Brigada Lobo’ de un lustro atrás. No le fue fácil.

El lado militar sobrevivió y se mantuvo operativo. Este era el caso del Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales Conjuntas (CIOEC) del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y de la FEC, su Fuerza Especial Conjunta, compuesta por militares de élite de las tres fuerzas armadas y por algunos miembros de la División Nacional  de Operaciones Especiales (Dinoes) de la PNP.

En la Policía la situación era diferente. Cambios sucesivos y frecuentes de comando, varios de ellos traumáticos, profundizaron diferencias y enconos  en el área de inteligencia y antiterrorista. No hubo emulación, sino una confrontación frecuente y recíprocos intentos de sabotaje. 

En medio de ello asoló la pandemia y sus debilitantes secuelas en todo ámbito.

En la segunda mitad de 2021 y comienzos de 2022, el CIOEC se concentró en forma creciente en lo que era el objetivo lógico y, a la par,  el más difícil y peligroso: capturar o abatir a Víctor Quispe Palomino, ‘José’.

No era un objetivo nuevo, pero ahora se convertía en una misión concreta, con un plan específico. La gente del CIOEC tenía experiencia y sabía cuán Difícil, riesgosa y mandatoria era su misión.


Nota relacionada:

La historia secreta del operativo militar en Vizcatán

    Últimas Publicaciones

    Los ciberataques a IDL-Reporteros y Armando.info
    Seguridad

    Los ciberataques a IDL-Reporteros y Armando.info

    por IDL-Reporteros
    13 junio 2025
    Así mató el Ejército en Ayacucho
    Seguridad

    Así mató el Ejército en Ayacucho

    por César Prado
    14 diciembre 2023
    Los videos borrados en Juliaca y Ayacucho
    Seguridad

    Los videos borrados en Juliaca y Ayacucho

    por César Prado
    9 junio 2023
    • CONTÁCTANOS
    IDL-Reporteros Ⓒ 2023
    Todos los derechos reservados
    IDL Reporteros
    • CORRUPCIÓN
    • JUSTICIA
    • SALUD
    • CRIMEN ORGANIZADO
    • POLÍTICA Y DEMOCRACIA
    • MÁS TEMAS…
    • SERIES INVESTIGATIVAS
    • ALIANZAS INVESTIGATIVAS
    • ESPECIALES
    • Reportajes y Crónicas
    • MULTIMEDIA
    • Análisis y Opinión
    • CARTA DEL DIRECTOR
    • DOCUMENTOS
    • Contáctanos