El libelo más maligno, de mentira emponzoñada con letalidad, es el libelo de sangre, que tuvo al pueblo judío como víctima. Esa burda mentira desencadenó pasiones homicidas a lo largo de la historia, causó muertes incontadas y horrorosas devastaciones. Tan brutalmente atávico es el libelo que incluso después del Holocausto, al fin de la Segunda Guerra Mundial, un pogromo motivado por el libelo de sangre fue perpetrado en Kielce, Polonia, en julio de 1946.
Los tiempos ahora no están como para esa suerte de libelos, incluso desde los antros de la más sórdida desinformación, como es Willax Televisión y su cucarachero residente. Pero, en su necesidad de una mentira remecedora, habiéndose agotado las precedentes, ¿por qué no reemplazar la sangre con su metáfora, el vino?
Y así llegó Jaime Villanueva, encarnación de la desinformación con esteroides al servicio de la mafia, para soltar –en la declaración a la fiscalía a cargo de Alcides Chinchay– una mentira de ponzoña calculada para lograr el máximo efecto de apasionamiento irracional.
En la diligencia, Villanueva afirmó que, cuando me visitó una vez en mi oficina, en mayo de 2019, yo dije lo siguiente:


Esta parte de la declaración de Villanueva fue, a todas luces, coordinada de antemano con la mafia, pues apenas terminó la diligencia ese testimonio ya estaba en manos de la ‘Curaca blanca’ del lumpenperiodismo, Milagros Leiva, en Willax Televisión. Esa misma noche, la maquinaria desinformadora inició una nueva (agotadas las anteriores) y frenética campaña de ataques por el supuesto brindis, según Villanueva, por la muerte de Alan García.

Hay mucho por analizar y revelar respecto de las características y los personajes de esta nueva campaña de desinformación: estridente e histérica, cada vez más desembozada en su presión y sus propósitos.
Pero es necesario responder primero al venenoso libelo del vino.
Villanueva utilizó la dedicatoria fechada de mi libro, “La Batalla” (publicado en febrero de 2019) como prueba de que nos encontramos ese día.
Una de las más básicas premisas de la desinformación es que debe anclarse, o por lo menos relacionarse, con alguna información cierta y comprobable. Como lo es, en efecto, la dedicatoria fechada del libro.
¿Y el resto de lo que dice Villanueva, en especial el supuesto brindis? ¿Qué testigos tiene, cómo lo comprueba?
¿Con la dedicatoria?
En eso consiste la desinformación. La dedicatoria le confiere credibilidad de fecha, para meter luego de contrabando el resto de su venenosa versión.
¿Tiene testigos? Parece que no. Lo único que tiene es la palabra de Villanueva, que vale menos que un billete de trece soles.

Es verdad, empero, que yo tampoco tengo testigos para probar lo contrario. Todo el IDL podrá preguntarse, por cierto, de dónde diablos saqué las copas y de dónde saqué el vino, que ninguno de los numerosos colegas y fuentes que visitan, trabajan o pasan por mi oficina antes, entonces y después nunca llegaron a ver. Es el caso del misterioso bar de oficina que nadie vio.
Pero un mentiroso sin sobresaltos, como Villanueva, podrá argüir que, aunque la oficina haya sido un lugar abstemio, ese día había copas tintineantes y un vino de buena cepa y mejor cosecha.
Es una palabra contra la otra. Y en eso podrá refugiarse el desinformador.
Sin embargo afirmo que Villanueva miente, que miente con la inmoralidad sin escrúpulos que define su vil trayectoria de los últimos años.
No solo lo afirmo sino lo puedo demostrar.
Primero, debe entenderse lo siguiente:
En 2019, Jaime Villanueva tenía el mismo DNI que ahora, respondía al mismo nombre y era la misma persona que hoy en todos los aspectos somáticos y formales.
Pero en cuanto a su acción, posición, definición, manifestación como ciudadano, era otra persona. Por completo opuesta a la que es ahora, luego de su perversa metamorfosis.
Villanueva había trabajado ya varios años en la Fiscalía de la Nación y sido testigo cercano (en algunos casos protagonista secundario) de los principales eventos que marcaron en esos tiempos al Ministerio Público: desde las controvertidas transiciones en el mando institucional, (con todas las intrigas de grupos e intereses que las acompañaron) hasta el efecto remecedor que tuvieron los casos Lava Jato, primero, y Lava Juez, después, sobre la institución y, a través de ella, sobre el país.
Además de su trabajo como burócrata, Villanueva escribía y publicaba notas de opinión. No hubo partidario más fervoroso que él de las acciones de los fiscales del equipo especial Lava Jato, como dejó constancia en vehementes artículos.
Veamos unos cuantos de ellos.

En un artículo publicado en su blog en La Mula, el primero de enero de 2019, titulado “Fue bueno mientras duró”, Villanueva escribió:
“En lo personal tengo el honor de haber conocido de cerca el trabajo de Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez Gómez que, en cumplimiento de la Constitución, nos representan a todos en esta lucha que hoy nos convoca. He sido testigo cercano de todo su esfuerzo e integridad en la lucha contra la corrupción, así como también del acoso al que han sido sometidos desde que se atrevieron a solicitar la prisión de Keiko Fujimori”.
A continuación, describió la oposición interna que había confrontado el Equipo Especial Lava Jato:
“Lo que es importante que se sepa es que esta ha sido y seguirá siendo una dura batalla. Desde que Gustavo Gorriti publicó la famosa anotación en el celular de Odebrecht: Aumentar 500 para Keiko, eu fazer visita y debajo las ya consagradas iniciales de la corrupción: AG, se abrió una nueva etapa en esta historia. Se abrió la posibilidad de incluir, gracias a las gestiones de Rafael Vela, un nuevo fiscal que se ocupara de esta investigación: José Domingo Pérez. De inmediato, Alonso Peña Cabrera Freyre, siempre presto a servir al amo de turno, le señaló a Pérez que sobre AG no se pregunta y derivó, ilegalmente, sólo esta parte de la investigación a Hamilton Castro, para que haga con ella lo que mejor sabe hacer: nada. Ocultar la información y mantener en la impunidad a los miserables que tanto daño han hecho al país con sus latrocinios”.
Y destacó las cualidades morales de los fiscales Rafael Vela y José Domingo Pérez:
[…] “Pero, el objetivo había sido logrado y el equipo especial unificado. Lo que no calculó Pedro Chávarry era la absoluta autonomía, valentía y honestidad de Rafael Vela y José Domingo Pérez”.
[…] “Ellos no dudaron un minuto en decir las cosas como son, lo que los llevó a un enfrentamiento que ya es por todos conocido. […] Ya antes habían intentado muchas otras campañas de difamación contra los fiscales Vela y Pérez. […] Esta, se puede decir, era la crónica de una salida anunciada. Pero, hoy es momento de apoyar a estos valientes fiscales, porque creemos en su causa y en que el Perú merece algo mejor de lo que sus dirigentes le han podido ofrecer”.
Hay muchos más comentarios de similar tenor escritos en esos tiempos por Villanueva, quien hacía lo posible por integrarse en un grupo de amigos con ambos fiscales.
Ellos, los fiscales, según entiendo, lo trataron con cordialidad y le dispensaron amistad, que se mantuvo incluso cuando Villanueva entró a servir al gobierno de Castillo y se convirtió, según reportó IDL-Reporteros en las “Asesorías del camarada Villanueva”.
Villanueva volvió en 2022 a la Fiscalía de la Nación como la mano derecha de la entonces nueva fiscal de la nación, Patricia Benavides, supuesta aliada también del Equipo Especial. Entonces, de un momento al otro, Villanueva se convirtió en el opuesto exacto de lo que había sido hasta esa fecha y se puso desde el primer día a trabajar en realizar la agenda oculta de Benavides: Sacar a Vela y a Pérez Gómez del Equipo Especial, destruir las investigaciones anticorrupción, en particular la de Lava Jato, a través, entre otras cosas, de componendas delictivas con el fujimorismo, la ultraderecha y otros congresistas acusados de corrupción, a quienes les confirieron impunidad a cambio de sus votos.


Lo cuenta, impávido, el propio Villanueva en su declaración de colaboración eficaz (donde le es difícil y riesgoso mentir), efectuada a comienzos de diciembre de 2023, poco después de su arresto y su pronta decisión de convertirse en delator premiado.


El plan se ejecutó con la activa participación de Villanueva, quien, en medio del proceso de traición, fingió mantener la amistad de Vela y Pérez Gómez, arguyendo que desde su puesto hacía lo posible por ayudarlos. El cinismo alcanzó nuevas bajuras el día en el que Patricia Benavides dirigió un discurso vengativo contra Vela (escrito por Villanueva) a la par que, delante de un público de fiscales, se notificaba a Vela de la suspensión previa a su destitución, que pronto se llevó a cabo.
Fue una acción destinada a humillar y ensañarse con Vela. En ese momento, sin embargo, Villanueva buscó a este en el auditorio, para quejarse de las críticas que José Domingo Pérez había lanzado contra él en un programa de televisión. Villanueva dijo sentirse molesto “… que José Domingo salga a atacarme a pesar que yo siempre los había apoyado a ellos”.
Como escribió IDL-Reporteros, al revelar ese documento:
“Ya hemos visto cómo era ese “apoyo”. Judas Iscariote no lo hubiera hecho mejor”.
A la vez, tanto Villanueva como Patricia Benavides tenían ya negociaciones con el fujimorismo. Martha Moyano presionaba también para que se saque a Rafael Vela y a José Domingo Pérez del Equipo Especial. Esto es parte de lo que declaró al respecto, como testigo, Villanueva.

¿Qué llevó a esa maligna metamorfosis? Por ahora, lo cierto es que esta sucedió como se la ha descrito.
Veamos ahora la actitud de Villanueva, en 2019, frente al suicidio de Alan García.

En el artículo “Los tres momentos del 2019”, publicado en La Mula el 2 de enero de 2020, Villanueva escribió que:
“El suicidio de Alan García marca el fin del político del siglo XX. Un hombre envanecido por un ego que lo hacía sentir por encima de los demás, prefirió la muerte antes que afrontar a la justicia. Con su decisión demostró, una vez más, que siempre se sintió por encima de la ley y de los demás. Cuando sintió que ya no podía controlar más al Poder Judicial y al Ministerio Público y que un grupo de valientes, honestos e independientes jueces y fiscales iban tras las explicaciones que por más de 40 años de vida política se negó a dar, no tuvo otra respuesta que escribir él mismo su propia sentencia y fugar hacia la muerte”.
[…] “Su suicidio debe leerse como el paroxismo de la megalomanía que quiso condenarse y se sentenció a la pena capital. Él encarnó al político lleno de palabras y gestos vacíos, sólo movidos por hacerse del poder para poder medrar del Estado. Fue gracias al impecable e implacable trabajo de José Domingo Pérez que ahora podemos ir conociendo cada vez más la parte de sus fechorías que tuvieron que ver con las coimas de Odebrecht. […] Con su muerte se llevó la posibilidad de que sea juzgado, pero nos reveló el rostro más siniestro e infame del que sí la debe y sí la teme. Por eso, esa muerte es un hecho político de tanta trascendencia porque marca el fin de una época que se resiste a irse, pero que inevitablemente se extinguirá”.

En un artículo previo, “Y después de Alan, ¿qué?” –escrito el 23 de abril de 2019, pocos días después del suicidio del expresidente–, Villanueva escribió:
“La trágica decisión de Alan García de poner fin a su vida luego de verse acorralado por una verdad que trató de mantener oculta ha conmocionado al país. Al fin, una investigación independiente, llevada a cabo por un grupo de jóvenes fiscales provincianos [sic], había llegado a recabar la evidencia suficiente como para lograr una detención preliminar en su contra. La justicia, después de más de treinta años, tocó a su puerta. Y él, como hace treinta años, huyó de ella, pero esta vez de una manera definitiva”.
[…] “… ese pequeño grupo de fiscales y jueces[…] nos enseñan que nadie está por encima de la ley. Por primera vez en nuestra historia podemos decir que no hay más impunidad. Por eso la feroz campaña que se ha desatado en contra de los fiscales Vela y Pérez. […] Nos queda a nosotros defender lo que hemos ganado como ciudadanos y como país”.

Y, en el artículo “Fue bueno mientras duró”, publicado el primero de enero de 2019, unos meses antes del suicidio, Villanueva sostuvo:
“Que quede claro que esta desesperada acción de la mafia, de sacar a los fiscales Vela y Pérez, tiene como único fin evitar las declaraciones de los directivos de Odebrecht , entre ellos Jorge Barata, este 14 de enero. No nos confundamos, el principal beneficiado con esto, más que Keiko Fujimori, es el avieso Alan García. Eso es lo que no se quiere que se sepa para tapar, una vez más, con el manto de la impunidad lo que ha sido una vida de traiciones y corruptelas”.
Así que ya ven lo que Villanueva escribía (y decía) sobre Alan García el año 2019, poco antes y poco después de su suicidio, y finalmente en el análisis global del año.
¿Qué escribió IDL-Reporteros, y yo en particular, sobre el suicido del expresidente?
El 23 de abril de 2019, IDL-R publicó el editorial “Después de la tragedia”, firmado por mí.
El primer párrafo decía lo siguiente:
“IDL-Reporteros decidió no publicar durante la semana que pasó en respeto al duelo por la trágica muerte del expresidente Alan García”.
Y las líneas siguientes terminaban planteando las preguntas más importantes que provocaron el trágico desenlace.
“La diligencia de detención preliminar de Alan García terminó con el trágico suicidio de este, que conmocionó al país y a Latinoamérica. IDL-Reporteros lamenta profundamente esta desgracia.
Ahora, cuando la conmoción inicial apenas amaina, hay que preguntarse: ¿Qué hacer? ¿Proseguir con la investigación en el caso más importante de corrupción público-privada de nuestra historia, o no?”.
Ese fue el tono con el que esta publicación mencionó, comentó e informó sobre el tema. Con respeto por la muerte, pesar por la tragedia y porque no se hubiera hecho nada por evitar el suicidio.
No fue fácil sostener el tono, porque el suicidio de García provocó reacciones de gran apasionamiento y de agresividad, unas pocas veces espontánea y la mayoría orquestadas. Se me acusó, junto con los fiscales, de ser responsables de la muerte de García, de haber “jalado el gatillo”. Una parte de la trolería que ya se había organizado para atacar nuestras investigaciones, redireccionó sus ofensivas para presentarse como postizos vengadores del expresidente.
De otro lado, con la investigación del caso Lava Jato en pleno curso hacia conclusiones de capital importancia, era necesario concentrar los mayores esfuerzos en la investigación y limitar nuestra defensa de los ataques a acciones complementarias.
La investigación avanzó y alcanzó puntos culminantes cuando la fiscalía obtuvo las confesiones de Luis Nava y Miguel Atala. Quedó documentado al detalle cada una de las entregas del dinero de la banca de Andorra a García y también la forma en que se camufló esas entregas.

Quien revise las reveladoras notas que publicó entonces IDL-R verá que fueron escritas con toda la sobriedad posible. Había que revelar la verdad, pero también respetar la muerte.
¿Hubiera avanzado yo con la investigación si hubiera sabido lo que, pese a cualquier esfuerzo, iba a suceder? Por supuesto que sí. El caso Lava Jato ha sido la más importante investigación sobre corrupción público-privada en Latinoamérica. No investigar y no combatir la corrupción significa permitir que parasite, debilite y corroa el presente y el futuro de un país.
Por lo anterior puedo decir, en forma rotunda e inequívoca que en lo del supuesto brindis por la muerte de García, Villanueva miente con la desvergüenza propia del felón y canalla que es.
Al cabo de sus degenerativas metamorfosis, Villanueva pasa a su nueva condición, de delator emponzoñado, que a la par que denuncia a los cómplices de sus delitos como colaborador eficaz, esparce venenosa desinformación como testigo con licencia para mentir.
En IDL-R ya le hemos probado varias mentiras. Probamos que miente groseramente al decir que exigí la contratación del exfiscal suizo Stefan Lenz. Comprobamos que mintió al decir que Rafael Vela dio a IDL-R los datos sobre los pagos ilegales a Alan García y que con ello le hicimos “una emboscada”. Y seguiremos probando otras mentiras que algunos fiscales acogen sin hacer la mínima debida diligencia necesaria.
Por lo pronto está clara la maniobra tras las últimas mentiras de Villanueva. Declara este en la fiscalía de Chinchay. Sale y a los minutos se escucha el cacareo histriónicamente escandalizado de Milagros Leiva en el vertedero de Willax Televisión, comentando la “revelación” del testigo desinformador Villanueva, con el inventado brindis necrofílico, que era esperado por la red entera de los troles y desinformadores de la mafia y la ultraderecha.
Y así, en las horas siguientes, el propósito de la desinformación saltó a la luz. Presionar, presionar y presionar a fiscales y jueces para que perpetren el sueño húmedo de las mafias: El allanamiento a IDL-Reporteros, y mi arresto al estilo guatemalteco.
¿Que las versiones y acusaciones no tienen una sola prueba, ni un mínimo indicio que apunte, señale o describa un delito? ¡Qué importa! Basta con chillar lo suficiente y con agitar un libelo tras otro. Como el libelo del vino en esta ocasión.
En efecto, no mucho rato después de iniciar su incontinencia verbal, la Leiva ya había transformado la venenosa versión de Villanueva en prueba plena.
Aquí, una versión misericordiosamente abreviada, de la logorrea de Leiva.
“…lo grave que ha dicho hoy Jaime Villanueva al Ministerio Público es que Gorriti brindó por la muerte del expresidente. ¿Ustedes se imaginan a Jaime Villanueva y a Gustavo Gorriti brindando en las oficinas de IDL? Eso es lo que ha contado Jaime Villanueva…¿en las propias oficinas de IDL, abriendo un vino porque se ha muerto García? Oigan, por Dios, ¿qué es esto? O sea primero quién puede brindar por la muerte de una persona? ¿qué entraña? Qué sórdido todo esto. ¿Qué le pasa a Gustavo Gorriti? […]
Ese día, señores, esto es lo que sabemos, ese día después de firmar ese libro Gustavo Gorriti decidió abrir una botella de vino y lo que dijo es espeluznante, ¿no? O sea “me firmó un libro, luego abrió un vino y me dijo “brindemos porque Alan se murió, ganamos”. ¿Ganaste Gorriti? ¿Qué era esto? ¿La muerte de García era tu victoria? ¿Eso era lo que querían, que García se muriera? Escúchenme: todo esto se tiene que investigar […]
[…]¿Los fiscales qué no quieren que sepamos los peruanos? ¿Si se hizo o no un cerco a Alan García? Y hoy nos hemos enterado que Gorriti y Villanueva brindaron por la muerte de García y que incluso dijeron ‘ganamos’”.

Todo el cacareo se encamina luego a la opinión de un “experto”, el abogado Luis Lamas Puccio, quien lleva el asunto a donde lo quieren conducir:
Lamas Puccio: “Esto viene a corroborar [sic], como te acabo de manifestar,[…] todo lo que se negocia bajo la manga […] Vemos personajes, como es el caso de Gustavo Gorriti, que es mencionado de manera constante y permanente […] y con él el Ministerio Público genera la impresión como si no existiera”.
Milagros Leiva: “Claro, es intocable”.
Lamas Puccio: “Es intocable porque frente a casos parecidos o similares o menos importantes inmediatamente se ha procedido a una detención preliminar”.
Milagros Leiva: “O un allanamiento”.
Lamas Puccio: “Ni siquiera se ha hecho un allanamiento en el caso de él […] Entonces la pregunta es qué cosa debe haber acontecido para que el señor Gustavo Gorriti tenga ese estatus excepcional y privilegiado para que nadie lo toque, nadie lo investigue. [¨…] Yo creo que debe haber algo más fuerte, más contundente, que le permite a él manejarse no solamente en el control de las acciones judiciales sino además tener un rol importantísimo en cuanto a lo que significó y significa e implica Odebrecht en el plano de la impunidad”.
Milagros Leiva: “O sea debe tener algún arma secreta”.
Lamas Puccio: “Debe tener algo porque, dentro de la lógica elemental de cualquier persona, uno se pregunta pero qué cosas sabrá este señor para que nadie lo toque. Tiene que haber algo, ¿no?”.
Ahí tienen el argumento completo. La versión de un delincuente confeso que, ofreciendo como prueba una dedicatoria de libro, sostiene que yo brindé por la muerte de Alan García, termina con la Leiva parloteando el tema y dándolo como cierto, antes de convocar a un débil mental, el abogado Lamas Puccio quien sostiene (con la Leiva como segunda voz) que por pruebas menores (¿menores que la dedicatoria de un libro?) se han ejecutado prisiones preventivas o, por lo menos (dice Leiva), allanamientos.
¿Cómo explica ese dúo semejante misterio? “Debe tener un arma secreta” dice Leiva. “Debe tener algo”, concuerda el patético Lamas.
La argumentación es tan idiota que el propio peso del ridículo debería bastar para desestimarla. Pero lo que la estridencia, el cacareo, el eco de los troles y de su prensa basura busca lograr no es la coherencia sino la intimidación de una turba mediática, como la de cualquier otra turba movilizada para un linchamiento. Eso tratan, a eso van.
Villanueva mintió, como ha mentido tanto en cuanto testigo, con la vileza emponzoñada que define su presente. Pero todo un aparato de desinformación estaba listo para tratar de encaminar el libelo, o la suma de libelos, hacia un linchamiento (judicial, de preferencia). Por ahora, la mafia no lo logra, pero persistirá en intentarlo.